đŸ”„ESTRENOđŸ”„ Actividades extracurriculares: ÂżSon necesarias? 🧐 Clara y Ale en Maldormidas EP22T4

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En este episodio, nos metimos de lleno en el dilema de las actividades extracurriculares. ÂżSon realmente necesarias o simplemente un invento moderno para mantener a los niños ocupados y a los padres enloquecidos? Parece que en algĂșn momento alguien decidiĂł que los niños no solo necesitaban aprender matemĂĄticas y lengua, sino tambiĂ©n tocar el violĂ­n, hablar mandarĂ­n y, por quĂ© no, construir un cohete en clases de robĂłtica. Todo esto antes de los 10 años, claro, porque despuĂ©s ya van tarde.


Al recordar nuestra infancia, nos dimos cuenta de que las experiencias eran muy distintas. Algunos crecimos con una oferta limitada de actividades: clases de inglĂ©s en casa con un profesor aburrido o un mes de voleibol que terminĂł cuando descubrimos que no sabĂ­amos ni servir la pelota. Otros vivĂ­an en “In the Castle”, con una fila de profesores entrando y saliendo, como si fuera una fĂĄbrica de genios en potencia. Pero, honestamente, la mayorĂ­a de esas clases acababan siendo mĂĄs un suplicio para nosotros y nuestros pobres padres, quienes tenĂ­an que soportar nuestras obras de teatro improvisadas y “conciertos” de piano que consistĂ­an en aporrear teclas mientras ellos aplaudĂ­an con lĂĄgrimas (de sufrimiento) en los ojos.


Hoy las cosas han cambiado. Ahora los profesores son simpĂĄticos, las clases son dinĂĄmicas y hasta te cantan “El Puente de Londres” mientras te enseñan solfeo. Parece un sueño, pero tambiĂ©n una trampa. Porque claro, ahora hay que llevar al niño a mĂșsica, luego a ajedrez, despuĂ©s a robĂłtica, y cuando por fin crees que vas a descansar, resulta que hay un partido de fĂștbol porque tu hijo ha decidido que quiere ser la prĂłxima estrella del Real Madrid.


Y aquĂ­ es donde entra el verdadero dilema: ÂżcuĂĄnto deben decidir los padres y cuĂĄnto los niños? Imagina esta escena: decides que tu hijo va a tomar clases sĂșper completas, con instrumentos, manualidades y hasta un poco de yoga para relajarse. Pero cuando le preguntas cuĂĄl clase prefiere, te dice que la sencilla, donde solo hay un tambor y unas maracas viejas. ÂżQuĂ© haces? Pues tragas tu orgullo, sonrĂ­es y lo inscribes en la clase sencilla, porque aparentemente, Ă©l solo quiere "pocas cosas, como en casa". Sabias palabras para un niño de tres años.


Pero no todo es color de rosa. La crianza estĂĄ llena de pequeños y grandes desafĂ­os. Por ejemplo, ÂżquiĂ©n no ha estado al borde del colapso cuando el niño abre la nevera 25 veces buscando un “ceguey” (que, spoiler, nunca sabrĂĄs quĂ© es)? En esos momentos, hasta las mĂĄs estrictas reglas de crianza respetuosa se tambalean, y te encuentras ofreciendo chocolate a las 7 a.m. solo para que deje de llorar. Porque sĂ­, llega un punto en el que todo lo que quieres es silencio. Silencio y que alguien, por favor, invente un traductor simultĂĄneo para entender quĂ© demonios quiere el niño.


Y luego estĂĄ el tema de la pareja. Porque si criar a los niños es complicado, hacerlo en equipo puede ser una prueba olĂ­mpica. ÂżQuĂ© padre no ha sentido ese momento de tensiĂłn cuando uno dice “10 minutos mĂĄs de videojuegos” y el otro grita “¡A dormir ya!”? Y ahĂ­ estĂĄs, en medio de una batalla de miradas, sabiendo que cualquier cosa que digas puede ser usada en tu contra en el tribunal de la paternidad.


En resumen, las actividades extracurriculares son geniales... siempre y cuando no nos volvamos locos tratando de encajarlas todas. Al final del día, lo importante es encontrar un equilibrio entre fomentar nuevas pasiones y dejar que los niños sean niños: que jueguen, se aburran y, sobre todo, que nos enseñen que a veces, la felicidad estå en las cosas mås simples. Y si eso incluye construir un museo de dibujos en casa o simplemente tocar el tambor, que así sea. Al menos por ahora.

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