Los hermanos juntos en armonía. Salmos 133:1

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

461 – Sal 133:1 – Los hermanos juntos en armonía. ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!   Este hermoso Salmo destaca la armonía y el amor fraternal. El salmista utiliza dos metaforas para describir el gozo de los hermanos que, literalmente, “se sientan juntos” en armonía: un perfume aromático y el rocío refrescante de la montaña. Realmente es bueno y es agradable cuando los hermanos en el pueblo de Dios se aman en el amor de Cristo y viven en armonía. “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1Pe 1:22). Amamos al Señor a quien no hemos visto (1Pe 1:8); debemos amar a los hermanos a los que hemos visto y vemos. Esto último es además la prueba de lo primero “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de Él [Cristo]: El que ama a Dios, ame también a su hermano. “ (1Jn 4:20-21).   I. Elogio de la unidad (Sal 133:1). ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! La armonía es importante porque: (1) hace que la iglesia sea un ejemplo dando buen testimonio ante el mundo y ayuda a atraer a otros a Cristo; (2) nos ayuda a cooperar como un cuerpo de creyentes según el propósito de Dios, dándonos un anticipo del cielo; (3) renueva y revitaliza los ministerios para que haya menos tensión, diferencias que mine, desgasten nuestra energía. Vivir en armonía no significa que debamos estar de acuerdo en todo, pero estamos de acuerdo en nuestro propósito en la vida: trabajar juntos para Dios. Nuestra expresión externa de unidad debe revelar nuestra unidad interna de propósito. Cristo dejo un mandamiento  para poder se sus discípulo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” (Jn 13:34-35). “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Ef 4:2-3). II. Imágenes de unidad (Sal 133:2-3). El salmista usa dos metáforas que enfatizan lo agradable y beneficioso de tal armonía: A. Aceite en la cabeza de Aarón (Sal 133:2). “Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras”. Óleo sobre. Probablemente una referencia a la unción de Aarón como sumo sacerdote de la nación, lo que describiría una rica bendición espiritual como una primera prioridad. (Éx 29:7; 30:30). Quizá a nosotros no nos parece un cuadro tan agradable pensar en aceite cayendo sobre la cara, la barba y la ropa de un sacerdote. Pero hemos de recordar dos cosas: primera, en un lugar seco y en parte desértico, el aceite siempre era refrescante, pues aliviaba la piel seca. Además, el salmista está pensando en el aceite de la unción con que fue ungido el sumo sacerdote. Según Ex 30:22-33, este aceite era una preparación especial que incluía varias especias aromáticas. Debe haber llenado el lugar con un aroma exquisito. Y nótese que afecta todo el cuerpo. La unidad de la hermandad, al igual que el aceite de la unción, muestra nuestra dedicación a servir a Dios con todo nuestro corazón y produce un olor fragante, agradable a Dios. “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” (Ef 5:1-2). “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2Co 2:15-16).