Confiando en Dios como un niño. Salmos 131:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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459 – Sal 131:1-2 – Confiando en Dios como un niño. “Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí.” El envanecimiento, orgullo es el resultado de sobreestimarnos y subestimar a los demás. También nos lleva a la ansiedad porque nos sentimos insatisfechos con lo que tenemos y preocupados por lo que los demás tienen. La vanidad nos mantiene hambrientos por más atención y más adoración. En contraste, la humildad coloca a los demás en primer lugar y nos alegra que Dios dirija nuestra vida. Ese contentamiento nos da seguridad y hace que ya no necesitemos probarnos ante otros. Normalmente, si uno proclama su propia humildad, la pierde en el proceso. Pero el salmista aquí lo hace de manera dócil y humilde en conversación con Dios. Permita que la humildad y la confianza impacten la perspectiva de su vida y le dé fortaleza y libertad para servir a Dios y a los demás. “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” (Fil 2:3-4). 1. La humildad y descanso en Jehová (Sal 131:1-2). “Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí.” Lo que expresa el salmista es lo opuesto al orgullo y la arrogancia. El corazón orgulloso produce ojos que se han enaltecido y la arrogancia también viene del orgullo. “Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos, son pecado.” (Pr 21:4). El cristiano que quiere glorificar a Dios no busca su propia grandeza. “El deseo de los humildes oíste, oh Jehová; Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído“(Sal 10:17). “Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; mas el que endurece su corazón caerá en el mal. “ (Pr 28:14). “En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma.” (Sal 131:2). El salmista presenta la figura del niño que al ser destetado puede sentir angustia; pero siente paz de nuevo cuando descansa en los brazos de su madre. “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” (Jer 17:7-8). Algo semejante sucede al nuevo creyente en Cristo; cuando pasan los primeros tiempos de su nueva vida en Cristo y tiene que aprender a vivir por fe, puede experimentar dudas y angustias. Entonces encuentra su seguridad en descansar en Dios y aceptar por fe lo que Dios dice de su posición en Cristo. “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisiteis. Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en Él.” (Is 30:15, 18) “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.” (Lc 21:19). Al reino de Dios, que es básicamente justicia, paz y gozo, puede entrar un niño confiado e ingenuo; de hecho, sólo alguien que sea como un niño. “Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. (Mt 18:2-4) 2. Esperanza (Sal 131:3). “Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre.” Después de este mensaje de humildad y descanso en el Señor, el salmista exhorta al pueblo a que espere en Jehová continuamente. Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes (1Pe 5:5). Este es el secreto de conocer a Dios