982 - Salmos. La palabra más dulce que la miel. Sal 119:103
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
Kategorier:
982 – Sal 119:103 – Salmos. La palabra más dulce que la miel. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. El Sal 119:73-104 enseña que la palabra de Dios es para el creyente: esperanza, imparte sabiduría, por ser fiel, es segura, podemos confiar en su salvación, y es a nuestro paladar más dulce que la miel. Dios es fiel en el ejercicio de su poder, en el cumplimiento de su promesa y las bendiciones de su Palabra, tanto como en su exigencia de justicia y juicio. “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (2Co 1:20). Esperanza en la palabra de Dios. (Sal 119:73-80) (yod, 10) El salmista creía que Dios lo había creado y que su palabra le había dado esperanza (Sal 119:73-74, 81). Sabiendo que en su fidelidad Dios lo había afligido (Sal 119: 67, 71), pidió que lo consolara, y avergonzara a los soberbios. “Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme a lo que has dicho a tu siervo. Vengan a mí tus misericordias, para que viva, Porque tu ley es mi delicia.” (Sal 119:75-77). Luego oró pidiendo que los que… temen a Dios, se conformen a su palabra y continúen siendo irreprensibles (Sal 119:79-80). “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1Pe 1:3-4). La palabra de Dios es fiel. Confía en su salvación (Sal 119:81-88) (caf, 20, sofit 500) El salmista reconoció que su alma casi desfallecía mientras esperaba la salvación de Dios “Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra. Desfallecieron mis ojos por tu palabra, diciendo: ¿Cuándo me consolarás?” (Sal 119:81-82). Se encontraba muy debilitado, a tal grado, que se sentía agotado como un odre que se seca por efecto del humo (ennegrecido, arrugado). Así que preguntó cuánto tiempo pasaría hasta que fuera reivindicado (Sal 119:83–86). Afirmó que aunque sus enemigos casi habían acabado con él, no se había apartado de los mandamientos de Dios (Sal 119: 87-88). La fidelidad de Dios es eterna. “Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.” (Sal 36:5). Por eso, “He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.” (Is 12:2; 61:10). La palabra de Dios es segura. (Sal 119:89-96) (lámed, 30) La palabra de Dios está establecida en los cielos y ha sido confirmada por la fidelidad de Dios. “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste.” (Sal 119:89-90). El deleite que encontraba el salmista en la ley lo había capacitado para triunfar “Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido.” (v. 92). Por ello, concluyó que el mandamiento de Dios es muy amplio en su valor práctico afirmando “A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento.” (Sal 119:96). Dios es eterno, perfecto, puro, santo, y escudo de su pueblo, así es su palabra. “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada [limpia, pura] la palabra de Jehová; Escudo es a todos los que en Él esperan.” (Sal 18:30). El Espíritu Santo usa la palabra de Dios para producir vida, y vida eterna. Jesucristo afirma “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Jn 6:63).