980 - Salmos. Vivifica mi alma con Tú Palabra. Sal 119:25-26

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

980 – Sal 119:25-26 – Salmos. Vivifíca mi alma con Tú palabra. Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra. Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos. El salmo 119 es el arreglo acróstico más grande del Salterio. Cada estrofa representa una letra del alfabeto hebreo. En este Salmo 119 el salmista estaba siendo perseguido por hombres poderosos y con autoridad, que ridiculizaron sus creencias, procurando avergonzarlo y hacer que renunciara a su fe (Salmo 119:23, 69, 109-100, 161). Sin embargo, se fortaleció a sí mismo meditando en la palabra de Dios, que para él era su consuelo, su posesión más preciada, su regla de vida, y su fuente de poder, todo lo cual le conducía a desearla cada vez más. El salmista quiere mostrar la Palabra de Dios en su totalidad; usando una serie de sinónimos; donde cada uno habla de la Palabra de Dios, pero también destaca ciertos aspectos de ella. El salmo parece como una ampliación de lo que se dice en el Salmo 1:1-6 y el Salmo 19:7-11. Estaremos revisando las estrofas 4-5-6. (Sal 119:25-48). D. Súplica pidiendo discernimiento (Sal 119:25-32) (dálet, 4). El salmista suplicó ayuda para fortalecerse, porque su alma estaba abatida, desmayaba, debilitado: Sal 119:25 “Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra”. En esta estrofa también el salmista sufre: pegada al polvo indica extrema angustia. El salmista estaba desmayando y busca refugio, sustento en la palabra de Dios. Sea la depresión física (estrés), emocional o espiritual, hace falta una nueva vida, dar vida, vivificarnos, que sólo Dios puede dar. (Jn 3:5; 2Co 5:17; Tito 3:5; 1Pe 1:23; He 4:12). Vivifícame aparece nueve veces en este Salmo, siempre relacionada con uno de los sinónimos de la Palabra de Dios (Sal 119: 25, 37, 40, 88, 107, 149, 154, 156, 159). Sal 119:26-29 Enseguida, pidió a Dios discernimiento, fortaleza y protección. Sal 119:28 Se deshace mi alma de ansiedad; Susténtame según tu palabra. Susténtame: Aliméntame según tu palabra. Alimento espiritual para tomar las fuerzas, enfrentar y seguir cada día en la vida cristiana. No hay otra manera sino con el alimento, sustento de la palabra de Dios. Susténtame según tu palabra. Jesucristo afirma: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn 6:63). Nótese cómo expone el salmista, el interior de su vida del alma. En el verso 20 dice: “Mi alma está consumida”; en el verso 25: “Abatida está mi alma hasta el polvo”; y aquí: “Mi alma se deshace.” Además, en el verso 81 exclama: “Mi alma desmaya”; en el 109: “Mi alma está de continuo en peligro”; en el 167: “Mi alma ha guardado tus testimonios”, y, finalmente, en el 175: “Viva mi alma”. Cuando nuestra alma esté abatida, que casi desmaya, debilitado debemos ir a la fuente que da vida, vivifica al alma: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Jn 6:68). ¡Qué diferencia hay entre vivir espiritualmente y ser muerto espiritualmente! (C. H. Spurgeon). “Y ÉL [Dios] os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,” (Ef 2:1). E. Lealtad a la palabra de Dios. (Sal 119:33-40) (hey, 5). El salmista declaró su lealtad a la palabra: el camino de tus estatutos… guardaré hasta el fin… de todo corazón (Sal 119:33-35). Oró pidiendo que el Señor lo alejara de toda codicia y vanidad (Sal 119:36-37). Deseaba que Dios confirmara sus ordenanzas en él (Sal 119:38-40). “Dame entendimiento, y guardaré tu ley, Y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, Porque en ella tengo mi voluntad.” (Sal 119:34-35). “Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Sal 23:3-4). Hay sendas de justicia que son agradables como la adoración, pero hay sendas que no son agradables