977 - Salmos. La fidelidad de Dios es para siempre. Sal 117:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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977 – Sal 117:1-2 – Salmos. La fidelidad de Dios es para siempre. Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle. Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya. El salmista, en nombre del pueblo, invita a todas las naciones a asociarse a las alabanzas a Dios por haber mostrado su misericordia y fidelidad hacia su pueblo. El Salmo 117 no solo es el capítulo más corto de la Biblia, sino también el que está en el centro de la Biblia. Es el más corto del salterio, consta de solo dos versos, le siguen los Sal 133 -134 con tres versos. Es parte de la alabanza a Dios del Hallel egipcio que forman los Salmos 113-118. Se cree que fue cantado junto con otros salmos como una doxología. La proyección es netamente mesiánica, pues se da acceso a todas las gentes a participar en el culto al Dios de Israel. El salmista considera las voces de todos los pueblos como un gigantesco orfeón que entona el aleluya en honor del Dios único, especialmente vinculado a los destinos de Israel como centro de la historia. 1. Invitación a la alabanza (Sal 117:1) Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle. ¡Alabad! es un llamado a la alabanza con verbo imperativo un mandato y una invitación. Se dirige a todas las naciones y pueblos. Nótese el paralelismo del versículo; la segunda parte repite la misma idea, pero con diferentes vocablos. El vocablo pueblos se refiere a pequeños grupos o aun clanes (Gn 25:16; Nm 25:15). La invitación se da a las naciones y también a todos los grupos pequeños “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Ap 7:9-10). Naciones… Pueblos. El apóstol Pablo cita este versículo como una predicción de la salvación de los gentiles: “Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, y magnificadle todos los pueblos.” (Ro 15:11). El apóstol presenta el argumento que desde el mismo principio del tiempo Dios ha perseguido un propósito de redención (Ro 15:7-13). El vocablo alabadle significa “aclamar”, “dar loores” o “glorificar”. “¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado” (Ap 15:4). 2. La motivación de la alabanza (Sal 117:2) “Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.” ¿Se ha preguntado alguna vez: “No puedo pensar en nada que Dios haya hecho por mí? ¿No sé cómo alabarlo”? Este salmo nos da dos razones para alabar a Dios: su gran misericordia hacia nosotros y su fidelidad eterna. Aunque no haya hecho nada más por nosotros, seguirá siendo digno de suprema alabanza. Ha engrandecido, significa “ser fuerte” y enfatiza la grandeza de la misericordia de Dios. La hizo fuerte sobre nosotros. Es por su misericordia que tenemos la salvación y todo que nos ha dado; no lo merecemos. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Ef 2:4-5). El nosotros primeramente se refiere a los israelitas. Pero esto debe ser motivo para que todas las naciones alaben a Dios. Los actos de Dios para Israel tienen significado para todos los pueblos. Además, el nosotros se amplía para incluir a los gentiles, pues en Abraham serán benditas en ti todas las familias de la tierra. (Gn 12:3). Este pequeño Salmo conlleva un fuerte desafío misionero. Queremos que todos los pueblos alaben a Dios, entonces debemos llevarles el mensaje de su misericordia por medio de Jesucristo. “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.