975 - Salmos. A Dios sea toda la gloria. Sal 115:1-3

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

975 – Sal 115:1-3 – Salmos. A Dios sea toda la gloria. No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad. ¿Por qué han de decir las gentes?: ¿Dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho. Tradicionalmente, los Salmos 115-118 se cantaban en la cena de Pascua, conmemorando la huida de Israel de la esclavitud en Egipto. El Salmo 115 es difícil de clasificar en cuanto a género, pues empieza como una súplica de la comunidad, pero también incluye elementos de los himnos. Se considera una fuerte confrontación contra la idolatría. La naturaleza de este salmo es de adoración antifonal. ¿Imaginamos a un coro cantando Sal 115:9a, 10a, 11a, y otro respondiendo en Sal 115:9b, 10b, 11b? ¿Es el Sal 115:12a una afirmación congregacional, siendo 12b y 13 la respuesta a ambos coros? Alrededor de este coro, Sal 115:1–3, 16–18 fueron dichos por toda la asamblea, y Sal 115:4–8 y 14-15 son la voz del líder del culto, declamando contra los ídolos y pronunciando una bendición sobre Israel. Sea como fuere, el Salmo “vive” tanto como un acto de adoración como en su teología. 1. El Dios verdadero en los cielos (Sal 115:1-3). No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad. ¿Por qué han de decir las gentes?: ¿Dónde está ahora su Dios? Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho. El Salmo inicia con la actitud que siempre debe caracterizar la adoración: toda la gloria pertenece a Dios. Nótese que se pone énfasis en la misericordia y la verdad o fidelidad de Dios. Cuando uno sufre burlas de los incrédulos, no hay mejor cosa que enfatizar la misericordia y la verdad y fidelidad de Dios. A tu nombre da gloria. Dios declaró que Él no compartiría su gloria con nadie. “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.” (Is 42:8). “Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro.” (Is 48:11). 2. Los ídolos de los paganos (Sal 115:4-8). “Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; Manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. Semejantes a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos.” Esta estrofa se repite, con algunas variantes, en el Sal 135:15-20; es una confrontación contra la idolatría. El salmista dice que ellos adoran la obra de manos de hombres. La verdad es que todo tipo de idolatría, aun del dinero, del éxito o de la tecnología moderna conllevan el mismo error (Is 44:9-20). Al ser humano le gusta adorar a algo o a alguien que él mismo puede manipular. “Y serviréis allí a dioses hechos de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen.” (Dt 4:28). “Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.” (Is 44:9, 16-18). 3. Jehová es confiable (Sal 115:9-14) “Oh Israel, confía en Jehová; El es tu ayuda y tu escudo. Casa de Aarón, confiad en Jehová; El es vuestra ayuda y vuestro escudo. Los que teméis a Jehová, confiad en Jehová; El es vuestra ayuda y vuestro escudo.” (Sal 115:9-11). Cuando el enemigo lanza dardos de fuego, o las burlas de otros desaniman a los creyentes, debemos recordar la confianza en Dios, sus promesas, nuestra fortaleza