973 - Salmos. Sentados con Cristo en lugares celestiales. Sal 113:7-8

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

973 – Sal 113:7-8 - Salmos. Sentados con Cristo en lugares celestiales. El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, Para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo. Con este salmo comienza una colección de seis himnos Sal 113 al 118 que comprenden seis salmos conocidos como el "Hallel egipcio". "Hallel" significa alabanza en hebreo y egipcio por la liberación del pueblo de Israel de Egipto. Se cantaban durante la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los tabernáculos, pero tenía su mayor sentido en la Pascua, que celebraba la liberación de los judíos de Egipto. Tradicionalmente, los Sal 113 y 114 se cantaban antes de la comida de la Pascua y los Sal 115 al 118 después. El Sal 118 sería con toda probabilidad el himno que Cristo y los discípulos cantaron antes de abandonar el Aposento Alto la noche en la que Cristo fue entregado en el Getsemaní “Cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos.” (Mr 14:26). 1. Alabanza al Dios altísimo (Sal 113:1-4). “Aleluya.Alabad, siervos de Jehová, Alabad el nombre de Jehová.” (Sal 113:1). El verbo imperativo alabad se usa tres veces en el primer verso. Hace un llamado a tener una decisión definida de alabar a Dios. Oh siervos es un llamado especial a los que sirven en el templo, pero todo el pueblo de Dios es “siervo”. Todo creyente es un siervo de Dios. ¡Qué privilegio es ser siervo del Dios del universo! En la ciudad celestial “no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.” (Ap 22:3-4). El nombre de Jehová se repite tres veces en Sal 113:1-3. En el AT nombre conlleva la esencia de la persona, su naturaleza y todo lo que es. Cuando vivimos y oramos en el nombre del Señor estamos confesando nuestra confianza en todo lo que Él es. “Sea el nombre de Jehová bendito desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, sea alabado el nombre de Jehová.” (Sal 113:2-3) El salmista extiende la alabanza a Dios sin límites en cuanto al tiempo y en cuanto al espacio. Nuestro anhelo debe ser que Dios sea alabado en todo tiempo y en todo lugar. “Excelso sobre todas las naciones es Jehová, sobre los cielos su gloria.” (Sal 113:4). Destaca la grandeza de Dios sobre todas las naciones de toda la tierra; y no sólo eso, sino sobre los cielos. Hoy sabemos más de cuán vastos son los cielos; nuestro Dios es glorioso aún más allá de todas las galaxias que vemos con los mejores telescopios. 2. El Dios Altísimo levanta a los humildes (Sal 113:5-9). ¿Quién como Jehová nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?” (Sal 113:5-6). Se sienta en las alturas y se humilla para mirar es una figura, pues Dios está presente en todo lugar. El salmista enseña con contraste; Dios es tan alto que debe humillarse aun para mirar en el cielo y en la tierra. Si sólo para mirar acá Dios tiene que humillarse, cuánto más tuvo que humillarse Jesús para redimir, salvar de la condenación del pecado al ser humano, “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil 2:8). “El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo.” (Sal 113:7-8). Levanta… al pobre. Si Dios se humilla para ayudar al ser humano, no le interesa ganar el aplauso de los grandes de la tierra; más bien quiere alcanzar a los más pobres y necesitados y levantarlos. Es una buena descripción del ministerio de Jesús y lo que debe ser el ministerio de la iglesia. Polvo es símbolo de una condición humilde y muladar es el basurero. Significa el abandono y la pobreza más profunda que puede caer el ser humano por el pecado. “Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido