955 - Salmos. Venid, adorémos a Dios. Sal 95:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

955 – Sal 95:1-2 Salmos. Venid, adorémos a Dios. Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos. Este Salmo, como el Sal 50 y el Sal 81, combina un hermoso llamado a la adoración con una exhortación profética. Nos enseña que hay dos puntos importantes en la adoración: 1) Hemos de acercarnos a Dios y adorarlo con gozo, júbilo y canto; 2) a la vez hemos de humillarnos, escuchar su voz y obedecerle. El salmista nos advierte usando la palabra hoy, que no endurezcamos nuestro corazón, como lo hizo Israel en el desierto al continuar resistiéndose a la voluntad de Dios (Ex 17:7). Estaban tan convencidos de que Dios no podría liberarlos, que simplemente perdieron su fe en Él. Cuando el corazón de alguien se endurece, esa persona está tan aferrada en sus caminos que no puede volver a Dios. Esto no sucede todo de una vez. Es el resultado de decidir pasar por alto la voluntad de Dios una y otra vez. Si usted resiste a Dios el tiempo suficiente, quizás Él lo deseche como si fuera pan duro, inútil y sin valor. ¿Qué nos impide obtener la bendición principal de Dios (entrar en su "reposo")? Corazones mal agradecidos (Sal 95:2), no adorar ni someterse a Él (Sal 95:6), endurecer los corazones (Sal 95:8), probar a Dios debido a tercas dudas (Sal 95:9). En He 4:5-11, se nos alienta a que no endurezcamos nuestro corazón, sino que rechacemos el engaño del pecado y de cualquier cosa que nos aparte de Dios.” Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia.” (He 4:11). I. ¿Cómo debemos adorar a Dios? 1. Alegremente. “Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación” (Sal 95:1). Aquella Roca era Cristo (1Co 10:4). Él es digno de toda alabanza. Sed gozosos, no quejumbrosos, ante el Señor. 2. Agradecidos. “Entremos en su presencia con acciones de gracias” (Sal 95:2). Seamos agradecidos recordando, lo que Cristo ha echo por vosotros, en vosotros, con vosotros, y os ha prometido a vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable! (2Co 9:15). II. ¿Por qué deberíamos cantar al Señor? Porque:1. Él es nuestra salvación (Sal 95:1). Él mismo es nuestra salvación, y esta salvación es firme como una “Roca”. Él es nuestro porque hemos confiado en Él, y estamos a salvo. 2. Él es Grande. “Jehová es Dios grande, y Rey grande” (Sal 95:3). Él es nuestro Dios Rey eterno (Jer 10:10): El Dios de nuestra salvación, y Rey de nuestras vidas redimidas. “Uno es vuestro Maestro, el Cristo”. (Mt 23:8,10). 3. Él es Fuerte. “En su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas” (Sal 95:4-5). Suya es la potencia de los montes, y Él, en cuyas manos están las profundidades de la tierra, es tuyo. Toda potestad me ha sido dada. “Por tanto, id” (Mt 28:18-19). 4. Él es Santo. “Venid, adorémos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor” (Sal 95:6). El nuestro es un santo privilegio de arrodillarnos delante de ÉL y adorar. No solo somos obreros, sino también adoradores. El espíritu de adoración es nuestra mejor idoneidad para el servicio. Es sobre las rodillas que se alcanza la victoria (Esd 9:5; Dn 6:10; Ef 3:14). 5. Él es lleno de Gracia. “Nosotros [somos] el pueblo de su prado, y el rebaño de su mano” (Sal 95:7). ¡Cuán lleno de gracia es nuestro Dios de llamarnos a nosotros el pueblo de su prado, y el rebaño de su mano! ¡Cuán verdes y refrescantes son sus pastos; cuán seguras y dichosas son las ovejas conducidas, alimentadas y protegidas por su mano! Veamos como Dios apacentó a su pueblo incluso “en el desierto” y lo condujo a los verdes campos de Canaán. “Yo soy el Buen Pastor, y conozco a Mis ovejas, y las mías me conocen.” (Jn 10:14). III. Amonestación al pueblo (Sal 95:7d-11). Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto, (Sal 95:7-8).