939 - Salmos. ¿Hasta cuándo, Señor? Sal 79:5-6

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

939 – Sal 79:5-6 – Salmos. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre. Este Salmo es semejante al Sal 74; el pueblo lamenta la ruina de Jerusalén. Parece que el salmista tiene en mente los pueblos vecinos (Moab, Edom, Amón, Filistea) cuando habla de los gentiles (Sal 79:1, 12). Probablemente el Salmo se originó en la destrucción de Jerusalén en 587 a. de J.C., aunque algunos piensan que puede referirse a una destrucción antes (2Re 24:2; 25:8-21; Lam 1-5) o más tarde (Ez 35:10; 36:5). La destrucción de Jerusalén presenta un problema teológico serio: ¿Cómo puede el pueblo de Dios enfrentar tal desastre cuando parece que Dios está ausente? Muchos pueden aceptar que Dios tiene que castigar a su pueblo rebelde, pero cuando aún el santo templo de Dios está destruido les parece que Dios ha dejado de cumplir sus promesas. Sin embargo, el salmista no va por el camino de menos resistencia que sería abandonar la fe, sino clama a Dios, apelando a su misericordia. Este salmo ayuda al creyente a expresar su angustia en una calamidad cuando parece que Dios se ha alejado. 1. Destrucción de Jerusalén (Sal 79:1-4). Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad; han profanado tu santo templo; redujeron a Jerusalén a escombros. Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos, la carne de tus santos a las bestias de la tierra. (Sal 79:1-2). Los enemigos han hecho un daño terrible; han profanado la heredad y el santuario de Dios mismo. No sólo sufrieron los malos sino también los siervos y fieles de Dios han muerto. Además, no fue una muerte honrosa sino el peor sacrilegio posible, morir y no ser enterrado. Todo esto ha sido motivo de burlas y mal testimonio delante de los incrédulos. El salmista muestra su sufrimiento; era una experiencia terrible. Nos enseña que los asuntos de la Palabra de Dios, la obediencia o desobediencia a Dios, son asuntos de vida y muerte. Aunque la destrucción vino por medio de los pueblos vecinos, Dios la permitió. “Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos, por eso se lo convertí en cosa repugnante. En mano de extraños la entregué para ser saqueada, y será presa de los impíos de la tierra, y la profanarán.” (Ez 7:20-21) 2. La oración por la venganza divina (Sal 79:5-7). ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre? ¿Arderá como fuego tu celo? (Sal 79:5). La pregunta indica que el salmista reconoce esta destrucción como una consecuencia del castigo de Dios. Aunque Dios permitió tal destrucción, los gentiles que la hicieron merecen castigo. Así, como en otros salmos imprecatorios (Sal 35; 83; 69; 109), el salmista pide que Dios haga justicia. “Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen, y sobre los reinos que no invocan tu nombre. Porque han consumido a Jacob, y su morada han asolado.” (Sal 79:6-7) Las naciones (gentiles) se definen aquí como los que no te conocen y los que no invocan tu nombre. “¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerza de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso.” (Is 42:24-25). 3. Súplicas (Sal 79:8-12). No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados; vengan pronto tus misericordias a encontrarnos, porque estamos muy abatidos. (Sal 79:8). El salmista reconoce que la destrucción vino porque el pueblo ha pecado. Los hijos de Dios siempre pueden apelar a la misericordia de Dios “Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.”(Sal 79:9).