937 - Salmos. Fe en el Dios de las maravillas. Sal 77:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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937 – Sal 77:1-2 – Salmos. Fe en el Dios de las maravillas. Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y él me escuchará. Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo. La depresión es la enfermedad número uno a nivel mundial. Este salmo ilustra una sanidad para la depresión. El salmista no explica la causa de su desaliento, pero estaba encerrado en el desanimado, la melancolía. Cuando pensaba en Dios, esto solo lo llevaba a quejarse amargamente. Pero, comenzando con el Sal 77:10 Dije: Enfermedad mía es esta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Entonces comienza a cambiar porque se concentra a contemplar la bondad de Dios, sus pasados actos de liberación, y su lamento cambia en un himno de alabanza. La confianza en Dios y la oración con acción de gracias ayudan a ser liberados de la depresión al obtener la verdadera paz, la paz de Dios. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil 4:6-7). 1. Angustia (Sal 77:1-3). “Con mi voz clamé a Dios, a Dios clamé, y Él me escuchará. “ (Sal 77:1). Es evidente que el pueblo está sufriendo una crisis y el salmista expresa lo que siente todo el pueblo. El salmista está sumergido en su problema, pero a través del Salmo el enfoque cambia; la fe va creciendo, hasta poner todo el énfasis en los poderosos actos de Dios. “Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba a él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo.”(Sal 77:2). Dios escucha aun los pensamientos de sus hijos, como enseña el escritor a los Hebreos: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.” (He 5:7). A veces la intensidad del clamor se expresa por el volumen de la voz. “Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias.”(Sal 34:6). Clamar a Dios, buscarlo en la angustia, levantar las manos y orar a través de la noche son temas frecuentes en los salmos de súplica (Sal 6, 22, 86, 88, 102, 120, 141 y 142). “Me acordaba de Dios, y me conmovía; me quejaba, y desmayaba mi espíritu. “ (Sal 77:3). Aquí el recuerdo del tiempo pasado y el contraste con la crisis actual desanima más al salmista. Pero, a la vez, es un paso positivo, pues los recuerdos de los actos de Dios en el pasado van a hacer crecer su fe. “Venid y volvamos a Jehová; porque Él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.”(Os 6:1). 2. Confesión de dudas (Sal 77:4-9). “No me dejabas pegar los ojos; estaba yo quebrantado, y no hablaba. Consideraba los días desde el principio, los años de los siglos. Uno de los síntomas de la depresión es que la persona no puede dormir, tiene desanimo total, no quiere hablar, ni hacer ninguna actividad. Queda encerado en los pensamientos que muchos de ellos son del enemigo y no de Dios. Solo el pensar, meditar, confiar en Dios podrá librarnos de los pensamientos del enemigo. “Tú [Dios] guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Is 26:3). “Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, y no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades?” (Sal 77:6-9). Reconoce que Dios actuaba a favor de su pueblo en el pasado, pero en la situación presente parece que no. ¿Indica esto que al salmista le faltó fe? Puede ser pero, a la vez, sentía suficiente confianza en Dios para hablarle francamente. Dios sabe lo que está en nuestro corazón. Es mejor abrir el corazón, decir a Dios lo que uno piensa y siente y pedir