936 - Salmos. Dios temible y victorioso. Sal 76:7

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

936 – Sal 76:7 – Salmos. Dios temible y victorioso. Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira? Este Salmo celebra una victoria sobre los enemigos; en este caso, sobre el ejército asirio de Senaquerib en 701 a. de J.C. Sin embargo, puede aplicarse a todas las victorias de Dios y, en la óptica del Nuevo Testamento, a la victoria sobre los enemigos espirituales, las huestes de maldad, “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Ef 1:21-22). El Salmo presenta dos desafíos: que alabemos a Dios porque suya es la victoria, y que el pueblo de Dios sea instrumento para que Dios manifieste su poder victorioso. 1. Dios se hace conocer por su victoria (Sal 76:1-6). “Dios es conocido en Judá; en Israel es grande su nombre.”(Sal 76:1). Dios es conocido o “se hace conocer”, se revela en Judá, su pueblo. ¿Dónde es conocido Dios? No entre los filósofos agnósticos que especulan sobre la deidad, sino entre su pueblo, donde él mismo se revela. ¡Qué privilegio es ser parte del pueblo de Dios y conocerlo! Es en este pueblo que su nombre es grande. Lo que hace su pueblo debe exaltar su nombre. Dios es omnipresente, pero su morada especial está en su pueblo. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Co 6:19). Salem es un nombre antiguo de Jerusalén (Gn 14:18); algunos creen que el Salem de Melquisedec era otro lugar. “Allí quebró las saetas del arco, el escudo, la espada y las armas de guerra.” (Sal 76:3). Quebró… el arma de guerra implica quebrar todo el poder del enemigo. Donde está Dios, se manifiesta su poder victorioso. El NT habla de enemigos poderosos (Ef 6:12), pero Cristo los venció y nos hace partícipes en su victoria “y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Col 2:15). “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (He 2:14-15). La victoria de Cristo hace al salmista y al creyente brotar en un cántico de alabanza. “Glorioso eres tú, poderoso más que los montes de caza.” (Sal 76:4). Dios es esplendoroso, más majestuoso y más firme que las montañas eternas, o “con animales de cacería”. “Los fuertes de corazón fueron despojados, durmieron su sueño; no hizo uso de sus manos ninguno de los varones fuertes.”(Sal 76:5). Aun los enemigos fuertes ahora duermen, que probablemente quiere decir que están muertos. A pesar del poder del enemigo Dios es victorioso y su pueblo disfruta la victoria. “A tu reprensión, oh Dios de Jacob, el carro y el caballo fueron entorpecidos.” (Sal 76:6). Los enemigos fueron derrotados: A tu reprensión; cuando Dios reprende al enemigo, la victoria es segura. “Las riquezas y la gloria proceden de ti [Dios], y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.” (1Cr 29:12) 2. Dios juzga a los enemigos (Sal 76:7-10). “Tú, temible eres tú; ¿Y quién podrá estar en pie delante de ti cuando se encienda tu ira?”(Sal 76:7). Dios es juez, y cuando Él pronuncia su juicio contra sus enemigos éstos no pueden hacer nada. Temible, ¿quién podrá. El poderío de Dios no tiene límites; nadie ni nada puede resistirle. “Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo?” (Jl 2:11). “Cuando te levantaste, oh Dios, para juzgar, para salvar a todos los mansos de la tierra.” (Sal 76:9)