932 - Salmos. El reinado milenial. Sal 72:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

932 – Sal 72:1-2 – Salmos. El reinado milenial. Oh Dios, da tus juicios al rey, y tu justicia al hijo del rey. El juzgará a tu pueblo con justicia, y a tus afligidos con juicio. Este maravilloso Salmo tiene como título “Para Salomón”, pero uno mayor que Salomón está aquí, Jesucristo. El reinado de Salomón, el hijo del rey David, fue indudablemente de relativa paz y rectitud, pero no se postraron delante de él todos los reyes de la tierra ni le sirvieron todas las naciones (Sal 72:11), así como tampoco es de su gloria que será llena toda la tierra (Sal 72:19). Pero todo esto se cumplirá literalmente cuando el Hijo de Dios, Jesucristo aparezca por segunda vez con poder y gran gloria. “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” (Dn 7:13-14). ¿Cuáles son las características de este bendito reino de mil años, como se revela en este Salmo? Habrá: I. Justicia universal. “Él [Cristo] juzgará a tu pueblo con justicia” (Sal 72:2). Esta justicia es la justicia de Dios (Sal 72:1). La justicia de los hombres resulta en trapos de inmundicia en comparación con ésta. “He aquí que para justicia reinará un rey, y príncipes presidirán en juicio.” (Is 32:1). La ley saldrá de su boca, y nunca será torcida por los egoístas y torcidos propósitos de los hombres. “Aplastará al opresor” (Sal 72:4). La codicia del avaro y la arrogante soberbia del tirano serán aplastadas por el poder de su juicio. Los pobres de espíritu serán los bienaventurados en su reino (Mt 5:3). Cuando Él reine serán abatidos todo gobierno presuntuoso y autoridad arrogante. “De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y Él [Cristo] las regirá con vara de hierro”. (Ap 19:15). Jesucristo reinará mil años con verdadera justicia. II. Avivamiento universal. “Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; como el rocío que destila sobre la tierra” (Sal 72:6). Él, como la lluvia, descenderá del cielo. Él vendrá en un tiempo de gran necesidad sobre la hierba cortada. Él vendrá como rocío que destila sobre la tierra. El rocío es una gran bendición. El efecto de la tan anhelada lluvia es la renovación de toda la faz de la naturaleza: el resultado de su venida sobre una humanidad segada será un poderoso avivamiento y refrigerio desde la presencia del Señor. Todo lo que sea regado por este río vivirá (Ez 47:9). Durante el milenio la tierra será sanada y “Sucederá en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas; y saldrá una fuente de la casa de Jehová, y regará el valle de Sitim” (Jl 3:18). III. Prosperidad universal. “Florecerá en sus días la justicia, y muchedumbre de paz” (Sal 72:7). La carga de los armamentos militares se desvanecerá “Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.” (Is 2:4). La justicia, y no la fuerza, será el principio de gobierno popular “en sus días”. La maldad y el engaño, en todas sus formas, no podrán presentarse abiertamente en los resplandecientes días de su gloria. “No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito.” (Is 65:20). IV. Dominio universal. “Dominará de mar a mar, y… hasta los confines de la tierra” (Sal 72:8). Todos los otros reinos serán quebrantados en pedazos (Dn 2:24). Las naciones le serán dadas en herencia, y los confines de la tierra como posesión de Él (Sal 2:8). Él vino para que “el mundo sea salvo por medio de Él” (Jn 3:17).