926 - Salmos. ¡Cuán asombrosas son tus obras! Sal 66:1-3

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

926 – Sal 66:1-3 – Salmos. ¡Cuán asombrosas son tus obras! Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; Poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos. Los salmos nos presentan una combinación sana de la adoración a un Dios glorioso, todopoderoso, Señor de todo el universo, con la alabanza y acción de gracias por los grandes hechos de Dios en la vida de la comunidad y en la vida de cada individuo. Este gozoso salmo comienza con una alabanza colectiva y luego se concentra en el culto individual. El salmista refiere algunos de los principales milagros en la historia de Israel y testifica que Dios ha sido siempre fiel en medio de graves aflicciones. Primero se alaba a Dios por sus maravillas en toda la tierra (Sal 66:1-4), después por sus actos en su propio pueblo, Israel (Sal 66:5-12) y finalmente en la vida del salmista (Sal 66:13-20). Este Salmo nos ayuda a ver la importancia de combinar la adoración a Dios por quien es, con la alabanza y acción de gracias por lo que la hecho. La adoración se concentra en la persona de Dios: quién es, su grandeza, santidad, amor. Pero si se desconecta de la acción de gracias, puede volverse en un ritualismo estéril, ocupado de un Dios distante, lejos de los seres humanos. Por otro lado, si el culto incluye sólo acción de gracias, se puede caer en el peligro de centrarse demasiado en uno mismo o aun en la iglesia misma. El alma que ha tenido sed de Dios, y que ha hallado satisfacción en Él, hará un feliz canto a Él. Podemos mostrar nuestro gozo en Dios: I. Que toda la tierra glorifique a Dios (Sal 66:1-4). “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.”(Sal 66:1). Todos los habitantes de la tierra son invitados a unir sus voces para proclamar la gloria y el poder de Dios porque los que aman a Dios quieren que toda la tierra lo aclame y lo glorifique. “Cantad la gloria de su nombre; Poned gloria en su alabanza.” (Sal 66:2). Dadle la gloria expresa el propósito de la alabanza. Dirigimos nuestra alabanza a Dios, le damos gloria en la alabanza. “Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.”(Sal 66:3). La alabanza se hace por lo que Dios ha hecho y se dirige a Él. Estas grandes obras de Dios incluyen su juicio contra sus enemigos. “Toda la tierra te adorará, y cantará a ti; cantarán a tu nombre.”(Sal 66:4). El salmista proclama una esperanza y una predicción: habrá un tiempo cuando sí, toda la tierra le glorificará. “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.” (Ap 15:3-4). II. Gloriándonos en Sus obras. (Sal 66:5-7). “Venid, y ved las glorias de Dios” (Sal 66:5). El Señor ha hecho grandes cosas por su pueblo Israel (Sal 66:6-7). El salmista recordaba la famosa historia cuando Dios rescató a los israelitas dividiendo en dos el Mar Rojo. Dios salvó a los israelitas entonces y sigue salvando a su pueblo en la actualidad. ¿No ha hecho Él grandes cosas por nosotros? Su obra de salvación es de “esplendor y majestad” (Sal 111:3). Pensemos en el hoyo del que hemos sido sacados, y que abunde nuestro gozo en Dios. “Y Él [Dios] os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef 2:1). III. Confesando Su fidelidad. “Bendecid, pueblos, a nuestro Dios… Él es quien preservó la vida a nuestra alma, y no permitió que nuestros pies resbalasen… Nos sacaste a abundancia” (Sal 66:8-12). Ha habido tentaciones; ha habido el horno de la prueba, que nos ha probado como plata. Ha habido la “red”, el “fuego… y el agua”, pero, alabado sea su nombre, el fin ha sido un lugar de “abundancia”. Fiel es el que prometió.