923 - Salmos. Sed del Dios vivo. Sal 63:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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923 – Sal 63:1-2 – Salmos. Sed del Dios vivo. Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario. Este salmo, con palabras de profunda devoción, expresa el intenso amor de David hacia Dios. El salmista hace tres declaraciones acerca de su alma: I. Un alma sedienta de Dios (Sal 63:1b). El salmista dibuja una descripción de sí mismo como hombre sediento en tierra reseca. Es una vívida imagen. No solo estaba consciente de su sed de alma, sino que sabía lo que quería. La diferencia entre los apetitos carnales y espirituales es que conocemos qué es lo que anhela el apetito corporal, pero no somos tan rápidos en discernir de qué tiene sed nuestra alma. Estaba decidido a buscar al Señor, y a buscarlo “de madrugada” bien temprano, esto es, fervientemente. II. Un alma satisfecha de Dios (Sal 63:5). El salmista dice que su alma quedaría satisfecha cuando “será saciada su alma”. Es “Cuando me acuerde de ti” y “medite en ti”. (Sal 63:6). Nuestra alma queda satisfecha cuando meditamos en la palabra de Dios “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.”(Sal 1:2). III. Un alma apegada, deseosa de Dios (Sal 63:8). Cuanto más tienes, conoces de Dios más deseas y anhelas. No es el anhelo de conocer mejor a un Ausente. “Tu diestra me sostiene.” Dios está presente. ¡Oh Dios, tú eres mi Dios! (Sal 63:1a) ¡Qué privilegio poder decir esto! El que más conoce a Dios, más lo busca. El salmista no es un extraño para Dios, es un amigo anhelando más comunión con Él, sed del Dios vivo. 1. La naturaleza de esta sed. “Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela” (Sal 63:1b). Es la sed de un espíritu doliente y de una vida empobrecida. En el ser humano, el abismo del alma abierta dentro de su ser, no puede ser llenado por todo lo material del mundo. Esta sed del alma es espiritual, una evidencia de su relación con Dios. ”Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca.” (Is 41:17-18) 2. El objeto de esta sed. “Mi alma tiene sed de ti… te anhela” (Sal 63:1c). Solamente quienes conocen a Dios tendrán sed de Él. El ciervo no busca aguas estancadas. El ciervo brama por las corrientes de las aguas, porque conoce la eficacia refrescante del torrente. (Sal 42:1). Hay almas que están heridas de una intensa sed, pero no saben lo que realmente necesitan, por lo que se precipitan a buscar agua en cisternas rotas, que no pueden guardar agua. “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” (Jer 2:13). No quieren reconocer que es a Dios a quien necesitan. Recuerda oh alma mía, viva y agitada, es al Dios viviente y reposado a quien tú necesitas. “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Sal 42:2). 3. La causa de esta sed. La “tierra seca y árida donde no hay aguas” (Sal 63:1d). La tierra en que moramos es en sí un lugar seco y estéril: no hay en ella agua alguna; absolutamente nada perteneciente a ella que pueda suplir esta profunda necesidad del alma humana. Jesús respondió a la mujer samaritana junto al pozo de Jacob: “Cualquiera que bebiere de esta agua [del pozo de Jacob], volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Jn 4:13-14). 4. El motivo de esta sed. “Ver tu poder y tu gloria” (Sal 63:2). Ésta es una demanda grande y atrevida. ¡Qué visión más satisfactoria: ver el poder y la gloria de Dios; ver el poder de su gracia salvadora y