916 - Salmos. En Dios confiaré. Sal 56:3-4
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
![](https://is1-ssl.mzstatic.com/image/thumb/Podcasts211/v4/4c/d2/9c/4cd29c74-c2bb-3dbc-ecfc-53754ddb7d69/mza_5797772391143400091.jpg/300x300bb-75.jpg)
Kategorier:
916 – Sal 56:3-4 – Salmos. En Dios confiaré. En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? Tal vez este salmo se escribió en la misma ocasión que el Salmo 34, cuando David huía de Saúl al territorio filisteo. Tuvo que fingir locura ante el rey Aquis cuando algunos oficiales sospecharon de él (1Sa 21:10-15). Los enemigos a veces se refieren a adversarios espirituales (Ef 6:12). Así podemos aplicar estos salmos a los peligros de adversarios físicos y humanos y también a los adversarios espirituales, pues los dos nos ponen en peligros reales. Spurgeon, comentando este Salmo, dice: “Si podemos clamar a Dios así contra enemigos humanos, mucho más contra el enemigo de nuestras almas, el diablo… Cuanto más violento el ataque de Satanás, más fuerte será nuestro clamor por liberación.” “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”(Stg 4:7). 1. El clamor a Dios (Sal 56:1-2). “Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre; me oprime combatiéndome cada día.” (Sal 56:1). Esta petición incluye todo lo que necesitamos, pues si recibimos la misericordia de Dios tenemos todo. “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jer 31:3). Dios quiere que busquemos su socorro: Clama a mí, y yo te responderé (Jer 33:3). El salmista sabe que Dios es más poderoso que sus enemigos. “Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.”(Sal 27:2) 2. Una declaración de fe (Sal 55:3-4). “En el día que temo, Yo en ti confío. En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?”. Si temo al hombre, el antídoto es confiar en Dios. Confiar en Dios cuando no haya ninguna razón de temer puede ser una fe sólo nominal. ¿Cómo puede uno aumentar su fe? “La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios” (Ro 10:17). Nótese cómo el salmista concuerda: En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado. Porque se basa en las promesas de Dios, la fe puede ser “específica”, no sólo un sentimiento vago. “(porque por fe andamos, no por vista)” (2Co 5:7). Por lo tanto, “no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.” (Mt 10:28). “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1Jn 4:4). 3. El peligro expuesto (Sal 56:5-8). “Todos los días ellos pervierten mi causa; contra mí son todos sus pensamientos para mal.” (Sal 56:5). Todo el día enfatiza la fuerza del enemigo; persiste en el ataque. El salmista describe los peligros de enemigos humanos de Dios; también el párrafo puede describir las acechanzas del diablo. Usan todo tipo de engaño, tergiversan sus palabras y observan cada cosa que hace para atraparlo y destruirlo. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1Pe 5:8). “Pésalos según su iniquidad, oh Dios, y derriba en tu furor a los pueblos.”(Sal 56:7). ¿Debemos pedir mal sobre los opresores? Según el NT debemos amar a nuestros enemigos. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;”(Mt 5:45). Debemos orar pidiendo su liberación del mal. En el caso de las asechanzas del diablo, pedimos su derrota, pues ya ha sido vencido por Cristo. (Col 2:14-15; He 2:14-15). “contar mis andanzas, poner mis lágrimas en su odre, escribir todo en su libro” (Sal 56:8). Destaca una verdad: Dios está consciente de todos mis peligros, problemas y sufrimientos. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza,