915 - Salmos. Echa sobre Dios tu carga. Sal 55:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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915 – Sal 55:1-2 – Salmos. Echa sobre Dios tu carga. Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica. Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo, David derrama su corazón a Dios debido a que un antiguo amigo íntimo lo ha traicionado (Sal 55:12-14). Hay una gran probabilidad de que este salmo fuera ocasionado por la traición de su hijo Absalón o su consejero Ahitofel (2Sa15 -17). La mayor parte del salmo alterna entre oraciones por la ruina de su enemigo (Sal 55:9, 15, 19, 23) y en alabanzas por las bendiciones de Dios (Sal 55:16, 18, 22). Algunos dicen que el Sal 55:12-14 son versos mesiánicos debido a que también describen la traición de Judas Iscariote a Jesús (Mt 26:14-16, 20-25). El punto culminante del salmo para aquellos cristianos que hayan sido traicionados en su confianza es el Sal 55:22 Echa sobre Jehová tu carga, y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. Aunque desesperanzado, David expresa una confianza total en Dios. 1. Clamor a Dios contra los enemigos (Sal 55:1-8). “Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica. Está atento, y respóndeme; clamo en mi oración, y me conmuevo” (Sal 55:1-2). El salmista es un siervo de Dios que ha caído en una prueba difícil. Desesperadamente clama; sabe que Dios quiere que sus siervos clamen a Él. “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1Pe 3:12). Hay mucho peligro físico, pero toda la crisis afecta profundamente el estado emocional y mental. La gran lucha está en el pensar; muchos están deprimidos y turbados; es suficiente motivo para clamar a Dios porque él se interesa en nuestro pensar. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.” (Is 26:3-4). “A causa de la voz del enemigo, por la opresión del impío; Porque sobre mí echaron iniquidad, y con furor me persiguen. Mi corazón está dolorido dentro de mí, y terrores de muerte sobre mí han caído.” (Sal 55:3-4). El salmista indica la causa de la crisis, los enemigos lo están atacando. Los ataques pueden ser físicos y espirituales. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Ef 6:11-12). “Temor y temblor vinieron sobre mí, y terror me ha cubierto. Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. (Sal 55:5-6). Aun un siervo de Dios puede sufrir pruebas de temor y temblor. La muerte es un peligro real. Pero “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Fil 4:6-7). 2. Dios juzga la maldad (Sal 55:9-15). “Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos; Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.” (Sal 55:9). El salmista no huye, no puede huir. Más bien pide que Dios intervenga, juzgue, confunda y destruya al enemigo. Confunde sus lenguas, hace recordar el juicio de Dios en Génesis 11. Mucha de la oposición a la obra de Dios se hace con la lengua: chismes, calumnias y acusaciones en las mismas iglesias o por los medios de comunicación, redes sociales. “Porque no me afrentó un enemigo, Lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía, y mi familiar” (Sal 55:12-13). El salmista es atacado por muchos enemigos, pero lo que más le duele es que uno que era compañero e íntimo amigo fue influenciado por la multitud