912 - Salmos. El final del malvado. Sal 52:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

912 – Sal 52:1-2 – Salmos. El final del malvado. ¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua. Agravios maquina tu lengua; como navaja afilada hace engaño. Este salmo es una lección poética acerca de la gravedad del mal, del triunfo final de la justicia y del control soberano de Dios sobre los acontecimientos morales de la historia. Este salmo se escribió acerca de Doeg el edomita, quien traicionó a Ahimelec y a David, y luego quitó la vida a los sacerdotes de Dios (1Sa 21:7; 22:9-23). Doeg pensó que era un gran héroe, hasta se jactaba de lo que había hecho. En realidad, sus acciones fueron malas, una ofensa para Dios. Es muy fácil confundir las "hazañas" con la virtud. Solo porque algo se hace bien o se lleva a cabo en su totalidad no significa que sea bueno (por ejemplo, alguien puede ser un gran apostador o un hábil mentiroso). Mida todo lo que hace mediante la ley de la Palabra de Dios, no por la manera tan eficiente en que la realiza. Vivir piadosamente trae persecución y enemigos que causan muchos males asi como David tuvo su Doeg el edomita (1Sa 22:9-23), Jesucristo, Judas Iscariote (Mt 26:23), y el apóstol Pablo, Alejandro el calderero. (2Ti 4:14). I. La temeridad de los malos. (Sal 52:1-5). ¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? La misericordia de Dios es continua. (Sal 52:1). Es típico del malo jactarse; en cambio es propia del justo una actitud de humildad. Poderoso, también puede traducirse “héroe”. “Agravios maquina tu lengua; como navaja afilada hace engaño.” (Sal 52:2). El instrumento que más se usa para hacer mal a otros es la lengua. “Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas.” (Jer 9:8). “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” (Stg 3:5-6). “Amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad. Has amado toda suerte de palabras perniciosas, engañosa lengua.” (Sal 52:3-4). El siervo de Dios bendice con su lengua, ora, predica, testifica y enseña. Asimismo, lo que más usan los enemigos de Dios es la palabra engañosa, de mentira, de crítica, de maldición. El malvado tiene sus valores invertidos, ama más la mentira que hablar justicia. Esto es resultado de rechazar la misericordia de Dios. “Por tanto, Dios te destruirá para siempre; te asolará y te arrancará de tu morada, y te desarraigará de la tierra de los vivientes.” (Sal 52:5). II. La reacción de los justos. “Verán los justos, y temerán; se reirán de él, diciendo: He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad.” (Sal 52:6-7). El malvado no es duradero, por lo tanto, el justo verá su fin y le dará más razón de reverenciar y confiar en Dios. Hace de nuevo el contraste de la trivialidad, inutilidad de confiar en las riquezas y refugiarse en su maldad en vez de encontrar su fortaleza en Dios. Al principio este malvado era un poderoso o héroe, ahora es sólo un hombre común. “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios” (Sal 146:3-5). Cuando uno no confía en Dios, cae preso de su propia maldad. El gozo que sentirá no es el de venganza sino el gozo en la justicia de Dios. III. El regocijo de los piadosos. “Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; En la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre. (Sal 52:8). Ahora el salmista señala las bendiciones del justo. Es como un olivo verde.