911 - Salmos. Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio. Sal 51:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

911 – Sal 51:1-2 – Salmos. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio. Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Este es el conocido Salmo del arrepentimiento del hombre y del perdón de Dios por el pecado. David, el hombre conforme al corazón de Dios había pecado, y un año entero había transcurrido entre el pecado cometido por David y su arrepentimiento (2Sa 11-12). Había sido un año miserable, de sequía, física y espiritual, como lo describe el mismo David en el Sal 32:1-11. David había cometido un grave pecado, y el profeta Natán, por orden de Dios, hizo con él lo que el Espíritu Santo hace con nosotros. Convencer de pecado, justicia y juicio (Jn 16:8). En la misericordia de Dios, el profeta Natán acudió a él para confrontarlo con el pecado, y reconoció su adulterio y asesinato de Urias, esposo de Betsabe, como una rebelión, transgresión, iniquidad, y pecado (Sal 51:3-6). I. Confesiones del pecado (Sal 51:3-6). David en una experiencia profunda y real confiesa: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”. (Sal 51:3-4). Ya no tiene ninguna intención de ocultar su pecado y reconoce que su pecado secreto constituía un insulto abierto al nombre y carácter de Dios, como sucede con todo pecado. “Tú amas la verdad en lo íntimo” (Sal 51:6). Entiende que la hipocresía, como la fe y la veracidad, es una cosa del corazón (Lc 11:39). “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hch 3:19). Es a tales confesores que el Fiel y el Justo perdona y purifica “Si confesamos nuestros pecados, ÉL [Cristo] es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.“ (1Jn 1:9). II. Peticiones al ser perdonado. El vaso del corazón tiene no solo que ser vaciado del mal del pecado, sino también llenado de bien. Su primera petición es por: P1. LA MISERICORDIA DE DIOS. “Ten piedad de mí, oh Dios” (Sal 51:1). Nada sino la misericordia puede afrontar su necesidad, y esta misericordia tiene que ser la misericordia de Dios. Luego pide “Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.” (Sal 51:1b). Solo Dios puede en su infinita misericordia perdonar, borrar y olvidar nuestros pecados. “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados.” (Is 43:25). P2. LA PURIFICACIÓN DE SU PECADO. “Lávame a fondo de mi maldad, y límpiame de mi pecado” (Sal 51:2). El remedio ha de ser tan completo como la enfermedad. “mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro 5:20). La cura infalible, segura de Dios para la culpa y la contaminación del pecado es “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1Jn 1:7). P3. LA EXPIACIÓN DE LA CULPA. “Purifícame con hisopo, y seré limpio” (Sal 51:7). El hisopo tenía que ver con la sangre del cordero (Éx 12:22). El perdón de Dios se da siempre sobre la base de la expiación. Si la conciencia ha de ser purificada de obras muertas y pecaminosas, tiene que ser mediante “la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios” (He 9:14). P4. LA REGENERACIÓN DEL CORAZÓN. “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (Sal 51:10). “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jer 17:9). Solo Dios conoce el corazón del ser humano y puede limpiarlo del amor al pecado, y llenarlo del amor de Dios. Es una condición descrita en el NT como nacido de nuevo… una nueva criatura … por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Jn 3:3; 2Co 5:17; Tito 3:5). P5. LA RENOVACIÓN DEL ESPÍRITU. “Renueva un espíritu recto dentro de mí.” Con el nuevo corazón viene el nuevo espíritu dentro de nosotros y sobre nosotros (Ez 36:25-27).