910 - Salmos. Dios, el juez supremo. Sal 50:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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910 – Sal 50:1-2 – Salmos. Dios, el juez supremo. El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra, desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. De Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido. El principal tema de este salmo es bosquejar la naturaleza de la verdadera adoración, es decir, "adorar en espíritu y en verdad" (Jn 4:24). Dios juzga a quienes lo toman a la ligera. Primero, habla a la gente que aparenta ser religiosa y que realiza sus sacrificios solo en forma automática (Sal 50:1-15). No honran a Dios con una alabanza y gratitud verdaderas. Segundo, reprende a las personas duras de corazón y malvadas ya que sus palabras perversas salen de bocas mentirosas y vidas inmorales (Sal 50:16-22). A los que son superficialmente religiosos les pide una confianza y gratitud sinceras. A los malvados les advierte considerar sus obras, para que no les destruya en su enojo. El salmista desarrolla este tema de una forma polémica con sus denuncias de la hipocresía. Jehová Dios, el Juez supremo, presenta dos acusaciones de delito contra su profeso pueblo. I. El Juez supremo comparece para presidir (Sal 50:1-6). “El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra, desde el nacimiento del sol hasta donde se pone.”(Sal 50:1). Dios de dioses, Jehová. Se presenta al Juez divino con tres significativos nombres del AT, en hebreo Él, Elohim y Yahweh, hace énfasis en su fuerza, su naturaleza sublime y su carácter inmutable. Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. (Sal 50:1b). Un común modismo del AT comunicando la idea de este y oeste, es decir, por todo el planeta. “Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo.” (Sal 50:3-4). El salmo comienza como si Dios al fin estuviera listo para juzgar a los malvados de la tierra. Pero de repente, leemos que la gran furia de Dios se dirige contra su propio pueblo (o al menos hacia los que dicen ser suyos). El juicio de Dios debe comenzar con los suyos. “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?” (1Pe 4:17). “Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez.” (Sal 50:5-6). Los testigos han sido convocados, se ha anunciado al juez, se ha citado al acusado (Sal 50:7); ahora se anunciarán los cargos y el veredicto. II. El Juez supremo presenta dos acusaciones (Sal 50:7-21). A. Primera acusación: Ritualismo (Sal 50:7-15). “Oye, pueblo mío, y hablaré; escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo. No te reprenderé por tus sacrificios, ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí.” (Sal 50:7-8). Dios pide a su pueblo que escuche, obedezca su palabra. No los reprocha por los sacrificios sino porque el buscar la presencia de Dios era un ritual sin un corazón humillado y agradecido a Dios.No es que hayan descuidado los sacrificios, más bien era la falta de un corazón sumiso a todo lo que Dios quería. “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Is 66:2). “Oh hombre, Él [Dios] te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.” (Miq 6:6-8). B. Segunda acusación: Rebelión (Sal 50:16-21). Este párrafo reprocha a los hipócritas, que hablan, conocen la palabra de Dios, pero no la obedecen. “Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, y echas a tu espalda mis palabras.” (Sal 50:16-17). “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” (Stg 1:22).