909 - Salmos. La insensatez de confiar en las riquezas. Sal 49: 1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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909 – Sal 49:1-2 – Salmos. La insensatez de confiar en las riquezas. Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitantes todos del mundo, Así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente. El Salmo 49 es sapiencial, semejante a las enseñanzas de Proverbios. Había dos clases de literatura sapiencial. Una presentaba enseñanzas morales globales, como el libro de Proverbios. La otra clase incluía trabajos más teóricos sobre asuntos problemáticos de la enseñanza sapiencial general, como Job y Eclesiastés. Este Salmo es de la segunda clase; desarrolla una idea central: la necedad y vanidad del rico insensato; insensato porque confía en sus riquezas en vez de confiar en Dios. El poeta sapiencial del Sal 49 desarrolló su más sombrío tema en dos etapas, centrándose en la muerte como la experiencia universal de todos los hombres. Estos mensajes del AT se presentan en muchos de los pasajes del NT, como los relatos acerca del rico insensato en Lc 12:13-21, el rico y Lázaro en Lc 16:1-31. 1. Un mensaje universal (Sal 49:1-4). “Oíd esto, pueblos todos; escuchad, habitantes todos del mundo, Así los plebeyos como los nobles, el rico y el pobre juntamente.” (Sal 49:1-2). El salmista hace claro que este mensaje que va a presentar es para todo ser humano en el mundo. El va a presentarlo especialmente al pueblo de Dios, Israel, pero primero dice que tiene validez para todo el mundo. Va a mostrar la muerte como el gran nivelador; toca a cada uno, no importa que sea rico o sea pobre. “Mi boca hablará sabiduría, y el pensamiento de mi corazón inteligencia. Inclinaré al proverbio mi oído; declararé con el arpa mi enigma.” (Sal 49:3- 4). Son palabras típicas de los sabios. El salmista tenía unidos su boca y su corazón, un buen ejemplo para nosotros. Busca la mejor manera de comunicar su mensaje. 2. Los que confían en la riqueza (Sal 49:5-13). ¿Por qué he de temer en los días de adversidad, cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare? (Sal 49:5). La pregunta es retórica; el salmista sabe la respuesta. Pero, también es una pregunta realista, pues en tiempo de adversidad, especialmente cuando es causada por personas ricas que se aprovechan de los pobres y débiles, es fácil tener dudas y temores, especialmente en cuanto al futuro. “Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan, ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate“ (Sal 49:6-7). La verdad es que los mismos ricos opresores temen el futuro, por eso quieren acumular más riquezas aun a expensas de otros. El salmista encuentra la respuesta a su pregunta en la visión de largo alcance. Muestra que todas las riquezas que puedan tener no serán suficientes para la redención de su vida ni la de su hermano. Sólo Dios puede redimir la vida de la muerte, y de la muerte espiritual. “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Ro 3:23-24). “Pues verá que aun los sabios mueren; Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio, y dejan a otros sus riquezas. Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, y sus habitaciones para generación y generación; dan sus nombres a sus tierras.” (Sal 49:10-11). Todo ser humano tiene como destino la muerte física y algunos hacen muchas cosas para asegurar su permanencia en el mundo, pues para eso ponen sus propios nombres a sus terrenos. Pero el salmista dice que el único pedazo de terreno que continuará siendo de ellos es sus tumbas. “Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro.” (Gn 13:2), pero nunca construyó una casa, ciudad o castillo “porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (He 11:10). Como creyentes debemos tener la misma fe de los antiguos que “Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo,