903 - Salmos. Busquemos y descansemos en Dios. Sal 42:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

903 – Sal 42:1-2 – Salmos. Busquemos y descansemos en Dios. Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Los Salmos 42 y 43 constituyen una unidad literaria; esto es evidente por el mismo estribillo (Sal 42:5, 11; 43:5), el mismo estilo, la misma situación y las repeticiones (Sal 42:9 y 43:2). Podemos dividir el Salmo 42 en dos estrofas: en la primera (Sal 42:1-5) el agua simboliza la vida, en la segunda (Sal 42: 6-11), el símbolo cambia y el agua tiene que ver con la muerte (Sal 42:7). Este Salmo inicia el Segundo Libro de Salmos (Sal 42-72) que son salmos “elohistas”, es decir, se usa casi siempre elohim, “Dios”, en vez de Jehová (elohim 164 veces; Jehová 30 veces). Los siete primeros Salmos de este grupo (contando 42 y 43 como un salmo) son de los hijos de Coré, familia de músicos y siervos en el templo. Las palabras claves de este Salmo 42 son: “Mi alma” y “Mi Dios”. Aquí tenemos dos grandes abismos, y el uno llama al otro. El fenómeno natural al que se hace referencia en el versículo Sal 42:7, “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas”, puede haber motivado esta línea de pensamiento. Dos abismos: uno arriba, el otro abajo; el Dios del cielo, y el alma del hombre. Un abismo llama a otro. Alma mía ¿Cuándo te presentarás delante de Dios? “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.” (Ecl 9:4). I. El alma humana sin Dios está seca espiritual. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Sal 42:1-2). Así como la vida de un venado depende del agua, nuestras vidas dependen de Dios. Los que buscan a Dios y desean conocerlo encontrarán vida eterna. El alma del salmista estaba seca y no descansaría hasta que su comunión con Dios fuera restaurada porque sabía que su vida dependía de ello. Jesucristo dijo a la mujer samaritana en el pozo de Jacob: “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Jn 4:13-14). II. El alma humana sin Dios estará abatida. El salmista estaba abatido, desanimado declara “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?” (Sal 42:3). El salmista se regaña a sí mismo por su desaliento “¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Dios mío, mi alma está abatida en mí” (Sal 42:5-6). La depresión es una de las enfermedades emocionales más comunes. Un antídoto para la depresión es meditar en la bondad de Dios para con su pueblo. Esto apartará su mente de la situación presente y le dará esperanza de que todo mejorará. Centre sus pensamientos en la capacidad de Dios para ayudarlo y no en la incapacidad de usted para ayudarse a sí mismo. Cuando se sienta deprimido, aproveche este salmo antidepresivo. Lea, medite lo que la Biblia narra sobre la bondad de Dios. III. El alma humana es un gran abismo (Sal 42:7). Como ser espiritual e inmortal, hay en él unas profundidades casi insondables. 1. Hay un gran abismo de necesidad: “Mi alma tiene sed”. Este abismo dice: La satisfacción no está en mí. No. Aparte de Dios, “las tinieblas están sobre la superficie del abismo”. El alma sin Dios es tan solo un vacío y sediento abismo. Este pozo es más hondo que el de Jacob. 2. Hay un gran abismo de posibilidad. En otro pasaje, el Salmista dice: “El corazón del hombre [es] un abismo” (Sal 64:6). Hay un gran abismo de capacidad para dolor o deleite, para bien o mal. La profundidad de su capacidad es la profundidad de sus posibilidades.