887 - Salmos. Un creyente consagrado. Sal 26:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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887 – Sal 26:1-2 – Salmos. Un creyente consagrado. Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; He confiado asimismo en Jehová sin titubear. Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón. Seguir a Dios con vida íntegra, en santidad, significa tomar decisiones definidas, compromisos con bendiciones eternas. El salmista ha decidido rechazar ciertas cosas y ciertas amistades. Los hombres falsos u “hombres vanos” están vacíos de sentido verdadero. El Salmo, destaca la verdad que enseñó Jesús: sólo hay dos caminos; seguimos a Dios o seguimos el camino “vano”. Enseñando las características de un creyente consagrado a Dios. Jesucristo advierte: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mt 7:13-14). Este salmo 26 enseña elementos que deben estar en un creyente consagrado a Dios, el peregrino celestial, que tiene pasión por la adoración al Señor en espíritu y en verdad, veamos algunos de estos: 1. Desea ser probado por Dios. “Júzgame, oh Jehová… Escudríñame, oh Jehová” (Sal 26:1-2). Aquel que puede orar: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”, vive por encima del temor del hombre. (Sal 139:23-24). El apóstol Pablo da testimonio ante el concilio diiciendo: “Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy. (Hch 23:1). 2. Tiene fe en Dios. “¡He confiado asimismo en Jehová sin titubear” (Sal 26:1c). Dios ha llegado a ser la mayor realidad en el mundo para su alma, y en Él ha puesto su confianza. Su corazón no le condena, porque tiene confianza para con Dios. “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios” (1Jn 3:21). 3. Vive conforme a la Palabra de Dios. “Ando en tu verdad” (Sal 26:3). Andar en Su verdad es andar en Su camino, y así andar en la luz. El creyente consagrado escoge la voluntad de Dios revelada en su palabra, en lugar de las imaginaciones de su propio corazón. El propósito eterno de Dios para sus hijos es hacernos “conformes a la imagen de su Hijo [Jesucristo], para que Él [Cristo] sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Ro 8:29). Por lo tanto, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Ro 12:2). 4. Se separa de los enemigos de Dios. “No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente” (Sal 26:4). “No erréis [no pequeis]; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” de los hijos de Dios (1Co 15:33). “Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2Co 6:17-18). 5. Ofrece sacrificios a Dios. “Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová” (Sal 26:6). “Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mt 5:22-24). “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.“ (Sal 51:17). 6. Él testifica para Dios. “Para exclamar con voz de acción de gracias, y para contar todas tus maravillas.” (Sal 26:7). Se siente profundamente lleno de gratitud