886 - Salmos. La oración eficaz. Sal 25:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

886 – Sal 25:1-2 - Salmos. La oración eficaz. A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; No sea yo avergonzado, No se alegren de mí mis enemigos.   Los Salmos han sido llamados por algunos como: “El libro de oración de los santos de Dios”. En este libro, el espíritu de oración y de alabanza están unidos. Este salmo 25 busca enseñarnos, animarnos cómo orar cada día de nuestra vida cristiana. “La oración eficaz del justo puede mucho.” (Stg 5:16). 1. Elementos de la oración. (Sal 25:1-7). E1. Fervor del alma. “A ti, oh Jehová, levantaré mi alma” (Sal 25:1). ¿De qué sirve levantar nuestra voz o nuestros ojos a Dios, si el alma no está en ello? Lo encontramos cuando lo buscamos de todo corazón. “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Sal 42:2). E2. Fe. “Dios mío, en ti confío.”  (Sal 25:2). No podemos gustar la bondad del Señor solo hablando de ella; la lengua del alma debe tocarle. “Sin fe es imposible agradar a Dios” (He 11:6). E3. Deseo por sus caminos. “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas” (Sal 25:4). Implica abandonar nuestros propios caminos “Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad” (Is 58:9). E4. Deseo por su verdad. “Encamíname en tu verdad, y enséñame” (Sal 25:5). Éste debe ser el anhelo de aquel corazón en el que está el Espíritu Santo, porque “cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad” (Jn 16:13). Nuestra oración debe tener un fuerte anhelo por conocer la voluntad de Dios y ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo” Jesucristo (Ro 8:29; Gá 4:19; Ef 4:13; Col 1:9). E5. Deseo por su honor. “Oír tu bondad, oh Jehová” (Sal 25:7). “Por amor de tu nombre, oh Jehová” (Sal 25:11). Apelar a su Nombre es apelar a su naturaleza. Su bondad constituye su carácter (Éx 33:18-19; 34:5-6). Cuando Él santifica su gran nombre entre las naciones (Ez 36:23), Él se da a conocer a Sí mismo como Jehová Dios, misericordioso y lleno de gracia. “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.” (Jn 14:14) E6. Paciencia. “En ti he esperado todo el día” (Sal 25:5). Presentemos nuestras peticiones delante de Dios, pero tenga también la paciencia su obra perfecta (Stg 1:4). “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” (Sal 40:1). No hay virtud en esperar, a no ser que sea esperar en Dios. “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas”. (Is 40:31). E7. Confesión. “De los pecados de mi juventud, y de mis transgresiones, no te acuerdes” (Sal 25:7). El salmista enseña durante la oración a confesar nuestros pecados (Sal 25:7, 11, 18). No debe haber ocultamiento del pecado. Los que quieran tratar con un Dios santo y justo deben ser perfectamente honrados en los propósitos de su corazón. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” (Gá 6:7). 2. Alabanza y aliento para orar.  (Sal 25:8-15). Enseña Fil 4:6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. A1. Por cuanto Dios es bueno y recto (sal 25:8). Dios es amor, y Dios es luz. La bondad de un Padre es aquí asociada con la rectitud de un soberano lleno de gracia. A2. Por cuanto Dios enseña a los pecadores (Sal 25:8). ¡Qué consideración!: El Dios Omnipotente dispuesto a ser el maestro del pecador. Su deseo es conducirnos en su camino. Dios enseña para salvación y para eterno provecho. A3. Por cuanto Dios encamina al humilde (Sal 25:9). Él no conduce a alguien porque sea rico, o erudito, porque no todos pueden alcanzar esto, pero cualquiera puede ser humilde y aprender la sabiduría celestial (Stg 1:5). A4. Por cuanto  “todas las sendas de jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios” (Sal 25:10). Misericordia y verdad constituyen la necesidad diaria del creyente.