880 - Salmos. La pureza de la palabra de Dios. Sal 19:8c

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

880 – Sal 19:8c – Salmos. La pureza de la palabra de Dios. El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.   El valor y la pureza de las Escrituras no se puede comparar con ninguna otra cosa muy preciada; ni siquiera el oro. Proporciona la clave de la sabiduría, alegría, la luz que guía y, lo que es más importante, la vida eterna. “Toda palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan.” (Pr 30:5). I. El precepto de Jehová es puro. (Sal 19:8c). El Precepto. Sinónimo de mandamiento. Significa orden, decreto, mandato impuesto, establecido por una autoridad superior. Esta palabra precepto está relacionada con el verbo "mandar" u "ordenar". Así, la Palabra es también considerada como órdenes divinas. Enfatiza la suprema autoridad de la Palabra de Dios que está sobre todo pensamiento, idea o argumento humano. David antes de morir aconsejó a su hijo Salomón para que guardará los mandamientos de Dios. “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas.” (1Re 2:3). II. Puro (barar). Significa claro y sincero. El mandamiento de Dios es puro, claro. Es dado con claridad. Habla de la claridad y sinceridad con la cual Dios nos habla. La palabra de Dios es la plenitud, absoluto de la pureza: “Las palabras de Jehová son palabras limpias, como plata refinada en horno de tierra, Purificada siete veces.” (Sal 12:6). “Sumamente pura es tu Palabra, y la ama tu siervo.” (Sal 119:140). Jesucristo habló por parábolas a los fariseos, para que viendo no vean y oyendo no oigan, y luego Él lo explicaba a sus discípulos. “Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos.” (Mt 13:11). A nosotros los creyentes Dios nos habla con toda claridad. Los predicadores son los que han dejado de hablar con claridad y han dejado de mencionar palabras como el pecado, el infierno, la cruz, la sangre de Cristo, el sacrificio de Cristo. El argumento es que se van a asustar y lo importante es que vengan a la iglesia. Dicen medias verdades. “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando espíritu de engañadores y a doctrina de demonios.” (1Ti 4:1). Hoy la iglesia llama pedradas a la claridad de la Palabra de Dios. La claridad, la verdad molesta. Dios no habla con ambigüedades. Algunos cristianos de hoy, cuando escuchan las verdades claras, se asustan y ponen unas caras de extrañeza y rechazo. Podemos rebajar el mensaje y andar por las ramas, pero al final tendremos que enfrentarnos con Dios. Pablo dijo: “ay de mi si no les predico el evangelio”. (1Co 9:16). Jesús dijo: “Padre yo les he dado tu palabra y el mundo los aborreció”. (Jn 17:14). Pablo decía: “Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” (Gá 1:10). III. Alumbra los ojos (Sal 19:8d). La palabra de Dios es como una antorcha que alumbra mucho más en la oscuridad. “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.” (2Pe 1:19). “La exposición de tu palabra alumbra, hace entender a los simples.” (Sal 119:130). “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, Y camino de vida las reprensiones que te instruyen.” (Pr 6:23). La Palabra de Dios es lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino (Sal 119:105). La enseñanza de Dios nos ayuda a ver la vida de manera diferente. La palabra de Dios alumbra nuestro corazón (1Pe 1:19), pero no se queda allí, alumbra nuestros ojos (Ef 1:18-19), baja y alumbra nuestros pies y el camino angosto para no caer en los huecos, trampas durante la vida cristiana. “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas.” (Sal 43:3).