833 - Job. Consoladores molestos. Job 16:2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
Kategorier:
833 – Job 16:2 Job. Consoladores molestos. Muchas veces he oído cosas como estas; consoladores molestos sois todos vosotros. Job comenzó su réplica a Elifaz al llamarlo a él y a sus amigos "consoladores molestos". Las palabras de Job revelan varias maneras para llegar a ser un mejor consolador para aquellos que sufren: (1) no hable sólo por hablar, (2) no dé sermones al dar respuestas amables, (3) no acuse ni critique, (4) póngase en el lugar de la otra persona y (5) ofrezca ayuda y aliento. (6) Pida a Dios que su gracia lo ayude. Pruebe las sugerencias de Job, con el conocimiento de que fueron dadas por una persona que necesitaba un gran consuelo. Los que pueden consolar mejor son aquellos que saben algo acerca del sufrimiento personal. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” (2Co 1:3-4). 1. Consoladores molestos (Job 16:1-6). “Muchas veces he oído cosas como estas; consoladores molestos sois todos vosotros. ¿Tendrán fin las palabras vacías? ¿O qué te anima a responder?” (Job 16:2-3). Job estaba disgustado por los discursos molestos, palabras vagas y vacías, de sus amigos. ¿Por qué respondes así Job? Las personas carente de la gracia de Dios no entienden nada a menos que usted les responda también con dureza. Por eso, a veces, usted tiene que darle, con la verdad, un buen golpe verbal en su cerebro. La verdad neutraliza la verborrea vaga, difusa y complaciente que muchas veces caracteriza a muchos de los clichés religiosos. La verdad duele pero como decía Juan Huss “prefiero herirlos con la verdad que matarlos con la mentira.” Job dice a sus amigos que si estuviera en su lugar hablaría palabras de consuelo para aliviar su dolor. “Pero yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor.” (Job 16:5). “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” (Col 3:16). 2. Un hombre angustiado (Job 16:7-17). Job volvió a lamentarse por el tormento que estaba sufriendo a manos del Todopoderoso. “Pero ahora tú me has fatigado; has asolado toda mi compañía.” (Job 16:7). Se encontraba fatigado y asolado; debilitado por la agonía; estaba desesperado porque por un lado sus hijos y sirvientes (toda mi compañía) habían muerto y por el otro, estaba físicamente demacrado. Dijo a Dios: Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura (Job 16:8). Job acusa a Dios de haberlo desmenuzado, despedazado y entregado a sus enemigos para que se burlaran de él. Dice de Dios: “Próspero estaba, y me desmenuzó; me arrebató por la cerviz y me despedazó, y me puso por blanco suyo.” (Job 16:12). Sus lágrimas hicieron que su rostro quedara inflamado con el lloro, y su angustia hizo que sus párpados quedaran entenebrecidos y ojerosos. A pesar de todo ello, no había iniquidad en las manos de Job, él no era violento como Elifaz había sugerido (Job 15:20), y su oración era pura y sin motivos egoístas (Job 16:16-17). Así que su sufrimiento era inexplicable. ¿Por qué estaba en tal tormento si no era un impío? Lo que más lo angustiaba era que clamaba a Dios y no respondía. 3. Un hombre desesperado (Job 16:18-17:5). “Mi aliento se agota, se acortan mis días, y me está preparado el sepulcro. No hay conmigo sino escarnecedores, en cuya amargura se detienen mis ojos.”’(Job 17:1-2). Job nuevamente está deprimido, no entendía su sufrimiento, y no recibe aliento alguno de sus amigos, solo recibe pedradas verbales. Job pide ayuda al Padre de Misericordias y Dios de toda consolación, diciendo: “Dame fianza, oh Dios; sea mi protección cerca de ti. Porque ¿quién querría responder por mí?