817 - El carácter de Job. Job 1:8

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

817 – Job 1:8 El carácter de Job. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? El libro de Job es una obra literaria sobresaliente que eruditos de todas las edades y de muchas culturas han alabado. Lo han llamado “el poema más grande de los tiempos antiguos y modernos”. Comentan de el: “No se ha escrito, creo yo, ni dentro de la Biblia ni fuera de ella, algo de igual mérito literario” El libro de Job expone la prueba de un “hombre recto, integro”. Al leer el libro de Job, contamos con información que los protagonistas de la historia no tenían. El mismo Job es totalmente desconocedor de que está siendo instrumento de Dios como ejemplo para todas las generaciones. La vida de Job fue probablemente contemporánea a la de Abraham, por cuanto en el libro no se hace mención alguna a Israel, ni al Tabernáculo, ni al Templo ni a la Ley. Este libro es de gran valor como revelación de las fuerzas del mal en acción contra la vida de los justos. Todos los caracteres son representativos: Job, el siervo de Dios; Satanás, el adversario; los tres Amigos, la sabiduría del mundo; Eliú, la sabiduría de Dios; Dios, el Juez de todos. Como la enseñanza de este libro se centra en la persona de Job, intentaremos comprender sus principios directores a través de este hombre, para que ellos puedan, si es posible, llegar a ser más interesantes y poderosos en nuestras propias vidas individuales. I. Job era perfecto. (Job 1:1) “Era este hombre perfecto y recto, y temeroso de Dios, y apartado del mal” (Job 1:1,) “No hay otro como él en la tierra” (Job 1:8). Como hombre, era todo lo que un hombre en aquellos tiempos pudiera ser en santidad de carácter. El hecho de que no hubiera “otro como él en la tierra” no es su propio testimonio, sino la declaración de Dios que conoce el corazón del hombre. “Jehová… conoce a los que en Él confían” (Nah 1:7). Job era perfecto, no en el sentido de ser sin pecado, sino en el sentido de ser íntegro y temeroso de Dios. Su rectitud es confirmada por la impresionante evaluación de Dios y su esposa “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8; 2:3, 9). II. Job era rico. (Job 1:3). “Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, y era aquel varón el más grande entre todos los orientales”. Los hombres buenos no son siempre ricos; pero Dios había ciertamente recompensado la bondad y fidelidad de Job, permitiéndole llegar a ser el hombre más rico del país. La riqueza de Job, considerado el más grande entre todos los orientales, es comparada a la suma de las riquezas de los cuatro primeros millonarios del momento registrada por la revista Forbes: Bernard Arnault (Louis Vutton), Elon Musk (Tesla, Twiter, Space X), Gautam Adani (India) y Jeff Bezos (Amazón). El hombre perfecto será rico no solo en lo material sino también en lo espiritual, porque es íntegro, recto, temerá a Dios y aborrecerá el mal, aunque deba sacrificar todas sus posesiones terrenales. Si aumentan sus riquezas, incluso sus riquezas espirituales, él no pone su corazón en ellas. III. Job era piadoso, sabio, intercesor. (Job 1:5) “Se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos [sus hijos]. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos y habrán maldecido a Dios en sus corazones. De esta manera hacía cada vez”. Job era una hombre bendecido por Dios porque tenía una familia feliz, saludable de diez hijos adultos: siete hijos y tres hijas (Job 1:4). Sus hijos hacían banquetes, fiestas y estas reuniones familiares, para disfrute social, eran en sí mismas un buen testimonio de su padre, hombre de oración, puro, recto, fiel, con alma de sacerdote. Aquellos siete hijos deben haber recibido una buena crianza, siendo que buscaban la comunión entre sí, y que no dejaban