811 - Nehemías, vivir en santidad. Neh 13:23-24

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

811 – Neh 13:23-24 Nehemías, vivir en santidad. Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo. A veces el liderazgo parece algo atractivo, pero a menudo es un trabajo solitario, ingrato y lleno de presiones que comprometen los valores y los estándares. Nehemías pudo llevar a cabo una enorme tarea en contra de las increíbles probabilidades de fracaso debido a que aprendió que no existe éxito sin riesgo de fracaso; no hay recompensa sin trabajo arduo; no hay oportunidad sin crítica y no hay verdadero liderazgo sin la dependencia y confianza en Dios. Nehemías había dejado Jerusalén, y se había vuelto a la corte real en Babilonia (Neh 13:6-7). Al volver de nuevo a Jerusalén encontró las cosas en muy mal estado. Muchos se habían vuelto más amantes del dinero que de Dios. Nehemías levantó su voz en contra de ellos y de sus malas acciones, e intentó volverlos a una vida conforme a la palabra y voluntad de Dios. Los obstáculos que ellos tenían para una vida de santidad, pureza, y de poder eran muy semejantes a los obstáculos con que nos encontramos nosotros. ¿Cuáles eran estos obstáculos? Observemos: I. La relación con el mundo. “Cuando oyeron, pues, la ley, separaron de Israel a todos los mezclados con extranjeros” (Neh 13:3). La ley prohibía la mezcla del pueblo de Dios con las naciones que no conocían a Dios, con el fin de que no perdiera su identidad. Nuestra relación con el mundo, como cristianos, es la de Cristo: en él, pero no de él. Uno de los principales peligros de los cristianos es el de asociarse con el mundo, sus caminos, sus costumbres perdiendo la comunión con Cristo: “Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y Yo os recibiré,” (2Co 6:17; 1Jn 2:15). II. Relación con los falsos creyentes. “El sacerdote Elyasib… había emparentado con Tobías (…) facilitándole un aposento en los atrios de la casa de Dios” (Neh 13:4-9). Tobías tenía un nombre de santo (bondad de Jehová), pero su naturaleza era de un pecador impío. Nehemías al regresar encuentra que Tobías, su peor enemigo en la reconstrucción del muro (Neh 2:19, 4:3; 6:1,19), estaba cómodamente instalado en una de las cámaras del templo. Asi hay falsos creyentes acomodados dentro de la casa de Dios. Nehemías no estaba dispuesto a tolerar nada que deshonrara a Dios. Así que “arrojó todos los muebles de la casa de Tobías fuera de la cámara” y “hizo volver allá los utensilios de la casa de Dios, las ofrendas y el incienso” (Neh 13:8-9). Las pertenencias de Tobías pueden haber sido muy buenas y hermosas, pero eran como inmundicia dentro del santuario (2Cr 29:5). III. Relación con la casa de Dios. Nehemías reprende a los oficiales y les preguntó: “¿Por qué está la casa de Dios abandonada?” (Neh 13:10-11). Otro peligro para la pureza y el poder de la vida cristiana es permitir que el interés propio haga a un lado las demandas de la casa de Dios. Es un insulto para Dios que su casa de oración quede abandonada. Los levitas y cantores habían huido, “cada uno a su heredad”, porque no les daban sus porciones. Retener los diezmos y las ofrendas para el mantenimiento de la obra de Dios es equivalente a robar a Dios (Mal 3:8). Aunque en Mal 3:10 hay una estrecha relación entre los diezmos y las bendiciones espirituales, sin embargo la Iglesia de Laodicea tenía aparentemente abundancia de “grano en los almacenes” (Ap 3:17) pero vivían en una miseria espiritual. No solo debe haber dones, sino también pureza de motivo en darlos. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (Col 3:23-24). IV. La relación con el día de reposo. Nehemías contendió con los nobles por permitir el comercio durante el día de reposo