810 - Nehemías, adoración a Dios.
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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810 – Neh 9:6 Nehemías, adoración a Dios. Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. El pueblo de Israel se reúne para celebrar un día de ayuno y humillación (Neh 9:1). La simiente de Israel había roto su impía alianza con los extranjeros, y ahora había hecho pública confesión de sus pecados. El Libro de la Ley fue leído durante tres horas, y durante este tiempo confesaron y adoraron. Ahora llega el llamamiento de “Levantaos, bendecid a Jehová vuestro Dios desde la eternidad hasta la eternidad; y bendígase el nombre tuyo, glorioso y alto sobre toda bendición y alabanza.” (Neh 9:5). Habían estado leyendo y escuchando las grandes cosas que Dios había hecho por sus padres, hasta que sus almas se dispusieron a adorar a Dios reconociendo su poder para salvar y para guardar. Adoran a Dios por ser: I. El Dios de la creación. “Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército”. (Neh 9:6). Los cielos son una dramática evidencia de: la existencia de Dios, su poder, creatividad, amor y cuidado. “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca.” (Sal 33:6). Adoremos porque “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” (Sal 19:1). “Alaben el nombre de Jehová; porque Él mandó, y fueron creados.” (Sal 148:5). “a Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.” (Ef 3:21). II. El Dios de gracia. “Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abram, y lo sacaste de Ur de los caldeos, y le pusiste por nombre Abraham… e hiciste pacto con él” (Neh 9:7-8). “Por la fe Abraham… salió sin saber a dónde iba.”, pero es por gracia que fue escogido (He 11:8). “Por gracia sois salvos” (Ef 2:5). Adoremos a Dios porque la gracia dada a Abraham nos viene a todos en el Evangelio de Jesucristo (Gá 3:6-9). Todos los que aceptan este llamamiento serán, como Abraham, llevados a Jerusalén la celestial (He 12:22-24). III. El Dios que da respuesta a la oración. “Y miraste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y oíste el clamor de ellos” (Neh 9:9). Dios ve las aflicciones de su pueblo en el Egipto de este mundo, y da oído a su clamor cuando llegan al Mar Rojo de la dura prueba. Levántate adora y bendice a Dios porque “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír” (Is 59:1). IV. El Dios de la liberación. “Hiciste señales y prodigios contra Faraón (…) Dividiste el mar delante de ellos, y pasaron por medio de él en seco… Con columna de nube los guiaste de día, y con columna de fuego de noche” (Neh 9:10-12). Los salvó de su fuerte enemigo, y los condujo por un camino nuevo. Levantaos adora y bendice a Dios porque la cruz de nuestro Señor Jesucristo fue el instrumento por el que todos nuestros enemigos fueron vencidos “y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” (Col 2:15). Y el Espíritu Santo es la Columna que nos guía a toda verdad librándonos de las tinieblas y la fatiga del peregrinar en el desierto de este mundo. V. El Dios de la Revelación. “Y… descendiste, y hablaste con ellos desde el cielo, y les diste juicios rectos, leyes verdaderas, y estatutos y mandamientos excelentes” (Neh 9:13). “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. Él [Dios], de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” (Stg 1:17-18). Así que, adoremos a Dios por revelarnos su palabra que es: perfecta que convierte el alma, fiel que nos hace sabios, recta que alegra el corazón, y pura que alumbra los ojos (Sal 19:8-9).