801 - Nehemías, la oración contestada. Neh 2:1

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

801 – Neh 2:1 Nehemías, la oración contestada. Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey… Nehemías oyó del “gran mal” de sus hermanos en Jerusalén en el mes de Quisleo y sus oraciones empezaron a ser contestadas tres meses después, en el mes de Nisán. Durante los tres meses Nehemías había orando fervorosamente a Dios en lo privado, pero en su servicio público no podía ocultar el dolor de su corazón mostrando un rostro triste. Nehemías sabía que era un crimen contra el rey comparecer ante él con un rostro desanimado, dolorido. Dios demanda honradez y no que actuemos hipócritamente a fin de que hagamos su voluntad. “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mt 6:6). I. Una pregunta inesperada. “¿Por qué está triste tu rostro?… No es esto sino quebranto de corazón” (Neh 2:2). La agonía del alma de Nehemías era demasiada honda para cubrirla con una sonrisa. La pregunta del rey lo llenó de terror. “Entonces temí en gran manera.” Nehemías había orado que Dios le diera gracia delante del rey (Neh 1:11), pero nunca pensó que sería por su tristeza en presencia del rey que vendría la respuesta de la oración. “No son… vuestros caminos mis caminos, dice Jehová” (Is 55:8). II. Un instante crítico. Después que Nehemías hubo confesado que su rostro estaba triste porque “la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta”, el rey le preguntó “¿Qué es lo que deseas?” (Neh 2:4). Si la primera pregunta le había llenado de terror, esta otra debió colmarle de asombro. ¿Era este el amanecer de esperanza que rasgaba finalmente la larga noche de dolor que había entenebrecido su corazón? ¿Sería ésta la puerta de salvación de Dios que ahora se le abría repentinamente ante sus ojos? ¿Había llegado el tiempo en que todos los deseos de su corazón le serían concedidos? “¿Qué es lo que deseas?” ¡Qué maravillosa oportunidad es ésta cuando la da uno que puede satisfacer el alma con bien! Uno mayor que Artajerjes ha dicho: “¿Qué quieres que te haga?” Pero observemos cómo este hombre de oración afrontó esta nueva situación. “Entonces oré al Dios de los cielos”. Si no hubiera estado viviendo en espíritu de oración no habría pensado en ello en aquel instante concreto. En este pequeño y espontáneo acto tenemos una revelación de su verdadero carácter. Incluso cuando se ve sorprendido, ora a Dios para ser guiado. Cuando Dios viene a ser la más grande realidad en nuestras vidas, no hay nada más natural que la oración en todo tiempo: Orad sin cesar (1Ts 5:17). Los que dicen que no tienen tiempo para orar, no conocen la naturaleza de la oración. Nehemías halló tiempo para orar mientras que un rey esperaba su respuesta. Con la oración sucede como con la salvación. “Mira y vive.” “Mirad a Mí, y sed salvos” (Is 45:22). III. Una gran petición. Nehemias hayó gracia ante un gran rey, y por ello hizo grandes peticiones. Pidió de manera concreta dos cosas: 1. Que fuera enviado. Dice al rey: “envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré.” (Neh 2:5). 2. Me den cartas. “Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.” (Neh 2:7-8). Las cartas eran para Nehemías palabras de autoridad y de promesa. Cuando el rey preguntó qué deseaba, inmediatamente solicitó lo requerido, porque estuvo orando tres meses, pero aprovechó para planificar lo que necesitaba para reconstruir los muros y puertas de Jerusalén. Recibió lo que debía tener todo siervo enviado por Dios: