796 - Esdras, el espíritu movido. Esd 1:2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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796 – Esd 1:2 Esdras, el espíritu movido. Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá. El propósito del libro de Esdras es mostrar la fidelidad de Dios y la forma en que cumplió su promesa de restablecer al pueblo en su tierra. En el tercer año de Belsasar, Darío, el medo, conquistó la ciudad de Babilonia, y Ciro, el rey de Persia, vino a ser el rey (Dn 5:1-31). La accesión de Ciro al trono fue otro maravilloso cumplimiento de la profecía (Is 44:28). El mismo nombre del libertador de los judíos había sido mencionado ciento cincuenta años por adelantado. No se trata de una simple coincidencia ni de un azar, sino que es una prueba indiscutible de la inspiración divina. En esta crisis vieron su cumplimiento tres profecías distintas: 1) El castigo del rey de Babilonia (Jer 25:12). 2) El fin de la cautividad de setenta años (Jer 29:10; Dn 9:2). 3) La venida del libertador nombrado. Podemos emplear estas palabras: “despertó [movió] Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia” (Esd 1:1) para mostrar la fidelidad de Dios. I. El espíritu tiene que ser movido. “Movió Jehová el espíritu de Ciro” (Esd 1:1). Nunca llevaremos a cabo la voluntad de Dios hasta que nuestro espíritu sea movido a ello. El hombre no es una máquina. El servicio frío y mecánico es un insulto al Dios viviente (Ap 3:16). El egoísmo es muerte a sus ojos. Es posible aparentar la piedad mientras que el espíritu está durmiendo el sueño de la muerte (Ef 5:14). “Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos por vuestros delitos y pecados.” (Ef 2:1). II. Solo Dios puede mover eficazmente el espíritu. “Movió Jehová el espíritu de Ciro”. La fuente de toda vida, poder espiritual está en Dios. Todo espíritu vivificado por Dios es un espíritu resucitado de los muertos, “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Fil 2:13). Hay un propósito divino en cada alma divinamente despertada. Es “el Espíritu el que vivifica.” (2Co 3:6). III. Los medios por los que el espíritu fue movido. Hubo (1) la Palabra de Dios. Daniel comprendió por los libros “el número de los años… que habían de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén: setenta años” (Dn 9:2). Daniel puede haber mostrado a Ciro la referencia del profeta Isaías acerca de él, llamado por Dios: “el justo, mi pastor, su ungido, varon de mi consejo, Aquel a quien Jehová amó” (Is 41:2; 44:28; 45:1-13, 46:11; 48:14). (2) La providencia de Dios. El hecho de que Ciro había sido hecho ahora gobernante de Babilonia le ponía en la posición de cumplir la declaración profética de Dios por medio de Isaias: “¿Quién despertó del oriente al justo, lo llamó para que le siguiese, entregó delante de él naciones, y le hizo enseñorear de reyes; los entregó a su espada como polvo, como hojarasca que su arco arrebata? …Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivo” (Is 41:2; 45:13). Al cumplirse la profecía Ciro descubrió que el medio de llevar a cabo estos propósitos de Dios le había sido encomendado a él. ¡Ay de todo aquel que no obedece el llamamiento celestial! Nadie obedecerá de corazón el Evangelio de Dios a no ser que, a semejanza de Ciro, haya sido poderosamente convencido de que es para él mismo, y cuya única alternativa sea obedecer o pecar contra el Dios omnisciente. IV. Las evidencias de un espíritu movido. 1. Hay fe en la palabra de Dios. Ciro dijo: “Jehová el Dios de los cielos… me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén” (Esd 1:2). El rey de Persia no fue más claro y urgentemente encargado de construir el templo que nosotros de creer en el Señor Jesucristo, y de servirle sin temor, en santidad, todos los días de nuestra vida (Lc 1:74-75). Este llamamiento es para nosotros tan personal e imperativo como el llamamiento que le vino a Ciro. ¿Lo hemos creído de corazón?