789 - Josafat, el yugo desigual. 2Cr 18:3

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

789 – 2Cr 18:3 Josafat, el yugo desigual. Y dijo Acab rey de Israel a Josafat rey de Judá: ¿Quieres venir conmigo contra Ramot de Galaad? Y él respondió: Yo soy como tú, y mi pueblo como tu pueblo; iremos contigo a la guerra. ¿De cuántos creyentes no se puede decir como se dijo de los gálatas: “Corríais bien; ¿quién os impidió obedecer a la verdad?” (Gá 5:7). Josafat, igual que Asa, comenzó bien, pero su brillante mañana pronto se cubrió de las nubes de los dolores del fracaso. Deseando la unidad de las doce tribus de Israel comulgó con el impío Acab y fue avergonzado. Su carácter nos ofrece a la vez aliento y advertencia. I. Recibiendo gran honra. “Y Jehová estuvo con Josafat” (2Cr 17:3). La presencia de Dios con nosotros es una garantía absoluta de victoria y de suficiencia. La razón por la que Dios le acompañaba era “porque anduvo en los primeros caminos de David su padre”. Los primeros caminos de David, y los de su padre Asa, fueron sus mejores días, cuando sus corazones eran sencillos y perfectos para con el Señor. Jesucristo afirma “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” (Mt 12:30). Cristo es el único ejemplo perfecto, sigamos sus pisadas (1Pe 2:21). II. Grandemente alentado. “Se animó su corazón en los caminos de Jehová” (2Cr 17:6). Cuando Uzías fue fortalecido, su corazón se exaltó para su destrucción (2Cr 26:16). Cuando la soberbia levanta el corazón, lo sube de los caminos del Señor al camino que conduce a la derrota y a la muerte. Cuando andamos según la voluntad de Dios, Él nos dará su aliento, porque es “Padre de Misericordias y Dios de toda consolación” (2Co 1:3). El Señor no alentará al hombre cuya forma de vivir se oponga a su voluntad. “Pon asimismo tu delicia en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal 37:4). III. Bajo yugo desigual. “Y emparentó [Josafat] con Acab” (2Cr 18:1). Ahora bien, cuando Josafat obtuvo “riquezas y gloria en abundancia”, Acab fue el rey de Israel más malo y era bien conocido como enemigo de Jehová. Este fue su currículu: “Haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel” (1Re 16:33). Después de formarse la amistad, vino, naturalmente, la comunión. “Descendió a Samaria para visitar a Acab”. Los impíos Acabs están siempre bien dispuestos a que los siervos de Dios desciendan a su nivel. Nehemías no comulgó con Tobías y Sanbalat. La respuesta que les envió fue: “Yo hago una gran obra, y no puedo ir”. (Neh 6:3). “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas?” (2Co 6:14). IV. Totalmente rendido. No a Dios, sino al astuto Acab, del todo carente de escrúpulos. ¡Cómo han caído los poderosos! “¿Quieres venir conmigo…?”, le preguntó Acab, y Josafat le respondió: “Yo soy como tú” (2Cr 18:3). La contemporización ha resultado en un cautiverio voluntario. Vendemos nuestra libertad en Cristo siempre que nos esclavizamos a cualquiera, o nos rendimos a los prejuicios o a la moda. “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.” (Gá 5:13). El temor del hombre pone lazo. En tanto que Josafat estuviera comprometido a ayudar a Acab, era inútil para ayudar en la causa de Dios. Uno es vuestro Maestro, el Cristo. A Él dile: “Soy como tú” (2Cr 18:3). No podemos servir a dos señores. (Mt 6:24). V. Secretamente insatisfecho. Cuando Josafat propuso que se consultara la Palabra de Jehová, Acab, en el acto, “reunió a cuatrocientos profetas” (2Cr 18:5). Estos falso profetas se mostraban totalmente unánimes en que era el propósito de Jehová (al que de nada conocían) que Acab “subiera”. Pero a Josafat no lo convencieron los falsos profetas. Ni el número ni la unanimidad pueden constituir la autoridad de Dios. Los profetas de Acab recibieron la orden de predicar “cosas suaves, agradables para el oído”,