787 - Salomón, oración para provisión. 2Re 6:24-25.
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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787 – 2Cr 6:24-25 Salomón, La oración para provisión. Si tu pueblo Israel fuere derrotado delante del enemigo por haber prevaricado contra ti, y se convirtiere, y confesare tu nombre, y rogare delante de ti en esta casa, tú oirás desde los cielos, y perdonarás el pecado de tu pueblo Israel, y les harás volver a la tierra que diste a ellos y a sus padres. En 2Cr 6 conseguimos la más larga oración del AT hecha por Salomón en la dedicación del primer templo, y puede ser comparada apropiadamente con la más larga en el NT, registrada en Jn 17:1-26. Ambas son intercesoras y claman para provisión. Este templo, preparado para Dios y lleno de su gloria (2Cr 6:14), constituye un hermoso tipo de la persona y carácter del Señor Jesucristo. Lo que el Templo era para Israel lo es Cristo para la iglesia de Dios. Lo que Salomón hizo en el estrado de bronce (2Cr 6:13), Cristo lo hizo en el madero hecho maldición por nosotros para abrir el camino para otros al lugar de bendición (Gá 3:13). I. El perjudicado (2Cr 6:22-23). “Si alguno peca contra su prójimo, y se le exige juramento (…) escucha Tú (…) y juzga”. Pecar contra nuestro prójimo es pecar contra Dios, de modo que aquellos que han sufrido la ofensa de otro puede apelar confiado a Él y esperar que Él dará la paga al impío, y dará al justo conforme a su justicia (2Cr 6:23). Cristo vengará a los suyos. Por lo cual: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Ro 12:18-19). II. El derrotado (2Cr 6:24-25). “Si tu pueblo Israel es derrotado delante del enemigo” (2Cr 6:24). Muchos han caído bajo el poder del enemigo “por haber prevaricado contra” el Señor. El pecado lleva siempre a la derrota (Jos 7:10-11). Dios quiere que seamos “más que vencedores”. (Ro 8:37). El único camino de vuelta a la victoria es confesar nuestros pecados a Cristo y Él nos perdonará y limpiará de toda maldad.” (1Jn 1:9). “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.” (He 12:12-13). III. El sediento (2Cr 6:26-27). “Si los cielos se cierran y no hay lluvias, por haber pecado contra Ti” (2Cr 6:26). Cuando pecamos el cielo se vuelve de bronce y no suben nuestras oraciones al trono de la gracia y las lluvias de bendiciones se acaban. Pero si su pueblo se arrepiente: “Escucha Tú desde los cielos, y perdona… y darás lluvia” (2Cr 6:27). El camino para escapar a los horrores de un cielo cerrado es guardar “el buen camino” del Señor (Jer 6:16). Si ha sobrevenido una caída espiritual, Cristo tiene provisión para la restauración y el refrigerio. Cristo promete “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Jn 4:14). IV. El oprimido (2Cr 6:28-30). “Si los sitian sus enemigos en la tierra en donde moren; …y si extiende sus manos hacia esta casa, escucha Tú desde los cielos”. Salomón cree que si se le permite al enemigo que los asedie y los oprima, ello sería debido a sus pecados, y en su oración él dice: “Escucha Tú desde los cielos, y perdona”. Ningún enemigo puede asediar ni cautivar ninguna alma que anda en comunión con Dios. Por lo cual “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Stg 4:7). V. El extranjero (2Cr 6:32-33). También “el extranjero que no sea de tu pueblo” encuentra sitio en el gran corazón de este Rey de Paz. ¡Qué buenas nuevas sería para el extranjero que había venido “de lejanas tierras”, llevado por la influencia del “gran nombre” y de la “mano poderosa” de Dios, saber que la puerta de la bendición divina le estaba abierta, y que Dios estaba dispuesto a hacer “conforme a todas las cosas por las cuales haya clamado a Ti” (2Cr 6:33).