783 - Tuyo somos. 1Cr 12:18

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

783 – 1Cr 12:18 Tuyo somos. Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, jefe de los treinta, y dijo: Por ti, oh David, y contigo, oh hijo de Isaí. Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda. Y David los recibió, y los puso entre los capitanes de la tropa. “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” (2Co 5:14-15). Este es el amor ágape, amor de Cristo, el motivo más poderoso que jamás tocó al alma humana para constreñirnos al sacrificio propio para el bien de otros. El verdadero cristiano no es un piadoso centrado en sí mismo, sino un evangelista centrado en Cristo. No es solo un consumidor de las cosas de Dios, sino que manifiesta el fruto del Espíritu. Aprendamos con los valientes de David. I. Un paso decidido. “Algunos de los hijos de Benjamín y de Judá vinieron a David al lugar fuerte”. Este lugar puede haber sido la cueva de Adulam (1Sa 22:1-2), o algún otro lugar secreto, pero para los que acudían a David significaba tomar un paso decidido de ponerse de su parte, y compartir, si era preciso, la vergüenza del rechazo con él. Los que quieran identificarse con el rechazado Hijo de Dios harán bien en contar el precio de seguirlo, pero harán mal si siguen contándolo y nunca acuden. “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.” (Lc 14:27). II. Un ofrecimiento condicional. “David salió a ellos, y les habló diciendo: Si habéis venido a mi para paz y para ayudarme, mi corazón irá a una con vosotros.” David tiene más deseo de calidad que de cantidad. Estaba claro que no era para bien de su causa tener a una multitud sin corazón siguiéndole. La obra del Señor, como la de David, tiene que provenir de lo más profundo del corazón. David sólo podía ver dos motivos por los que pudieran acudir a él: para ayudar, o para traicionar; debían estar por él o contra él. Su corazón estaba listo a unirse a todos los que acudieran a él en la causa de Dios. ¿No dijo también Cristo que “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.”? (Mt 12:30). Iglesia ¿Tu corazón está listo para recibir a los que vienen a Cristo en sinceridad y en verdad? III. Una rendición personal. “Amasai… dijo: tuyos somos, oh David, y contigo estamos (1Cr 12:18a, BVM). Dijo esto después que “el Espíritu vino sobre” él. Fue una confesión y un acto dirigido por el Espíritu. Implicaba la entrega de sus vidas a David para el avance de su causa y el cumplimiento de su voluntad. Al darse a él, ya no se pertenecían más a sí mismos; venían a ser instrumentos para llevar a cabo su obra. Estar del lado de David era convertirse en partícipe de sus dolores, sus recursos, sus tribulaciones así como de sus victorias. “Sois esclavos de aquel a quien os sometéis” (Ro 6:16). Para llegar a ser partícipes en los recursos y triunfos del Señor de David y Señor nuestro debemos también entregarnos plenamente a Él, y estar dispuestos a padecer por su causa. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” (Ro 8:17). La consagración del servicio seguirá cuando, como Amasai, seamos revestidos del Espíritu Santo. “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1:8). IV. Una confesión de fe. “Paz, paz contigo, y paz con tus ayudadores, pues también tu Dios te ayuda.” (1Cr 12:18b). Quedaron convencidos de que el Dios en quien David confiaba estaba con él, y que Dios es mayor que todos los que estaban contra él (1Jn 4:4). Sabios son los que se unen al movimiento que tiene a Dios como director, y que no puede ser derrotado. Este movimiento lo tenemos en la obra del Mayor que David, el Señor Jesucristo.