780 - Josías, el hallazgo del libro. 2Re 22:8
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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780 – 2Re 22:8 Josías, hallazgo del libro. Entonces dijo el sumo sacerdote Hilcías al escriba Safán: He hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. E Hilcías dio el libro a Safán, y lo leyó. Manasés había tenido un padre piadoso, Ezequías, y sin embargo, durante unos cincuenta años vivió una vida malvada, el peor rey de Judá. Josías tuvo un padre y abuelo malvados, Amón y Manasés, pero resultó ser uno de los más grandes de los santos del AT. Catalogado después de David como el mejor rey de los 40 reyes de Israel. “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.” (2Re 23:25) Toda virtud permanente es dada por medio de estar en comunión con nuestro Señor Jesucristo. Observemos algunos de los rasgos del joven rey Josías que han hecho su nombre grande en Israel. I. Escogió y siguió el mejor ejemplo. Josías “hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda.” (2Re 22:2). David no era el padre directo de Josías sino que los reyes eran evaluados según los atributos de David, el mejor rey de Israel. “Siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David” (2Cr 34:3). Josías no fue en pos de los dioses de su padre Amón, ni su abuelo Manasés porque ¿de qué le habían servido? Ni fue en pos de los pasos de su bisabuelo Ezequías, porque tampoco era un modelo perfecto; en la sinceridad de su alma retrocedió a aquel que era “hombre según el corazón de Dios”. Deseaba un Dios como el Dios de David, y lo halló; y las obras que David hacía las hizo también, en el establecimiento del Reino en justicia. Al igual que Josías, no sigamos el ejemplo de nuestros antecesores, sigamos a Cristo, el perfecto Hombre según el corazón de Dios, y las obras de Cristo se manifestarán en nuestras vidas. Cristo es el perfecto “ejemplo, para que sigamos sus pisadas… puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (1Pe 2:21; He 12:2). II. Reverenció la palabra de Dios. “Cuando el rey hubo oído las palabras del libro de la ley, rasgó sus vestidos” (2Re 22:11). Fue un gran descubrimiento el de Hilcías, el sacerdote, mientras se encargaba de la reparación del templo. Encontró el libro de la ley escrito por Moisés (2Re 22:8). La Palabra de Dios puede ser quemada, enterrada, pero, de una u otra forma, reaparecerá y, a su debido tiempo, manifestará su autoridad y poder. Pablo dio testimonio diciendo: “sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; mas la palabra de Dios no está presa.” (2Ti 2:9). Las palabras del escriba leídas del libro, como espada traspasaron el corazón de Josías, y este “rasgó sus vestidos” (2Re 22:10-11). “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (He 4:12). III. Quiso saber la voluntad de Dios para sí. “Id y preguntad a Jehová por mí, y por el pueblo” (2Re 22:13). Josías entendió que “grande es la ira de Jehová que se ha encendido contra nosotros, por cuanto nuestros padres no escucharon las palabras de este libro” (2Re 22:13). Dios responde que traería sobre Judá “todo el mal de que habla este libro” (2Re 22:16-17). Cuando Josías estuvo ante el libro, se sintió tanto en la presencia de Dios como Saulo de Tarso cuando clamó: “¿Qué quieres que yo haga?” (Hch 22:10). Josías no solo cree en la palabra de Dios sino quería vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Fue la confrontación de Cristo para con los escribas y fariseos que escudriñaban las Escrituras, pero no creían en Él para tener vida. Insistía: “Ellas son las que dan testimonio de Mí” (Jn 5:39). Josías no quedó frustrado; tuvo respuesta en forma de promesa del Señor para salvación: “Por tanto, he aquí yo te recogeré con tus padres, y serás llevado a tu sepulcro en paz,