771 - Eliseo y el siervo ciego. 2Re 6:17.

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

771 – 2Re 6:17 Eliseo y el siervo ciego. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Eliseo mediante el don espiritual dado por Dios, logra salvar varias veces al rey de Israel, de las emboscadas que le tendía el rey de Siria (2Re 6:8-10). El rey de Siria pensaba que había un espía en su ejército (2Re 6:11). Unos siervos le explicaron que el profeta Eliseo era quien le avisaba de sus planes secretos al rey de Israel. Entonces envía a un ejército para capturar a Eliseo que se encontraba en Dotán. Un gran ejército de noche rodea la ciudad para capturar Eliseo. (2Re 6:12-14). Eliseo hombre de oración es un mayor obstáculo para el rey de Siria que el ejército de Israel. ¡Ah, qué poder se encuentra al alcance de aquel que está en contacto con el Dios todopoderoso! Las armas de Eliseo no eran “carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2Co 10:3). Dios había abierto los ojos de Eliseo para que viera cosas espirituales (2Re 2:11-12), pero tenía un nuevo siervo espiritualmente ciego, que había entrado por el engañoso Giezi y no habia experimentado el poder de Dios. “Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?” (2Re 6:15). I. El invisible mundo espiritual. Eliseo dijo: “Más son los que están con nosotros que los que están con ellos” (2Re 6:16). Este hombre de Dios vivía por la fe y perseveraba, a semejanza de Moisés, “porque se sostuvo como viendo al Invisible.” (He 11:27). Porque nosotros no miramos “las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2Co 4:18). Tener esta visión que discierne las cosas espirituales es ser salvado del temor del hombre y estar siempre confiado en la Victoria, dando gracias a Dios, “que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.” (1Co 15:57). “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1Jn 4:4). Podemos decir confiadamente: “Si Dios por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Ro 8:31). Jesucristo enseña que más de doce legiones de ángeles podían cuidarlo (Mt 26:53; He1:14). Así: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.” (Sal 34:7). II. Algunas personas están ciegos a la realidad espiritual. Cuando el siervo de Eliseo vio aquella hueste de sirios rodeando la ciudad, dijo: “¡Ah, Señor mío!, ¿qué haremos?” (2Re 6:15). Como los diez espías incrédulos (Nm 13:33), este joven sólo podía ver con aquellos ojos carnales y carentes de unción que nunca pueden ver el camino de liberación de Dios. La hueste celestial estaba también allí, pero el siervo no tenía ojos para verla. Para él, la situación era desesperada. “El hombre natural no capta las cosas que son del Espíritu de Dios” (1Co 2:14). El “dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo” (2Co 4:4). La ceguera espiritual, si no conduce al temor y a la desesperación, llevará ciertamente a la soberbia y a la confianza propia. Dijo: “¿Qué haremos?” ¿Nos rendiremos a estas fuerzas del mal que nos rodean, o trataremos de escapar? ¿Nos dejaremos cautivar por el poder de este mundo, o lucharemos contra él con nuestras propias fuerzas? III. Solo Dios puede quitar la ceguera espiritual. Eliseo oró a Dios: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos.” (2Re 6:17). ¡Cuán confiado puede orar el hombre que vive y se mueve con ojos abiertos, como en la presencia de Dios, y entre las realidades de la eternidad! Oremos como Eliseo y Pablo por los creyentes para que Dios siga “alumbrando los ojos de vuestro entendimiento”