770 - Eliseo y el hacha prestada. 2Re 6:5
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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770 – 2Re 6:5 Eliseo y el hacha prestada. El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. La Iglesia de Dios debiera estar siempre en crecimiento, porque es lo más importante y mejor fundamentado de la tierra. La entrada de nuevos miembros a la escuela de “los hijos de los profetas” los mueve a buscar ampliar el lugar de clases para el crecimiento espiritual y “Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho.” (2Re 6:1). Los nuevos convertidos traen nuevos obreros a una congregación que al ser capacitados con la sana doctrina cada uno “será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.” (2Ti 2:21). Pero, ¿cómo se debe hacer esto? Se propone no montar un bazar ni una venta de trabajo ni espectáculos, ni montar una galería de fotos sino dedicarse a trabajar por hombres y mujeres que sean bíblicos que se dejan usar con el poder de Dios. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1Co 15:58). I. Trabajando por el crecimiento de la obra. (2Re 6:1-3). “Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga.” Cada miembro de esta Iglesia era un trabajador, pero unos eran más prudentes que otros, porque solo uno le dijo a Eliseo: “Te rogamos que vengas con tus siervos”. (2Re 6:3). Los otros parece que querían ir sin el maestro. ¡Ay, qué pena que esta clase de obrero sea tan numerosa! Interesados en “el fondo de construcción” y en el bien general de la Iglesia, pero indiferentes acerca de la presencia y comunión con Cristo. Sirven en la obra de Dios pero dejan al Dios de la obra fuera (Ap 3:20). El que rogó la presencia del maestro con ellos fue el que más hizo por la obra. Si el maestro no hubiera estado cuando el hacha cayó al Jordán, su especial esfuerzo se habría paralizado totalmente. Moisés oró, “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Éx 33:15). “Los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas” (Is 40:31). “Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican.” (Sal 127:1). II. Perder el poder para servir (2Re 6:5a). “Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua” Tan pronto como “se le cayó el hierro del hacha en el agua” quedó incapacitado para todo trabajo eficaz. Antes tenía el poder, y ahora se le fue de manera repentina y totalmente inesperada como a Sansón (Jue 16:20). “aconteció que mientras uno derribaba un árbol” El obrero cristiano puede perder el poder para el servicio haciendo la obra de Dios. Es perder la presencia del Espíritu de Dios porque contrista al dueño del poder (Ef 4:30). Jesucristo dirá a los que pierden el poder de Dios y trabajan con sus propias fuerzas y voluntad: “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mt 7:21-23). III. Ser consciente de la pérdida (2Re 6:5b). “¡Ah, señor mío!” Tan pronto perdió el hierro del hacha, el poder para servir, se dio cuenta que era inútil todo esfuerzo humano, y como hombre razonable que era, abandonó la tarea hasta que las cosas se arreglaran. Ninguna cantidad de elocuencia, fervor, buenas intenciones, dinero suplirán la pérdida del cortante filo del poder espiritual. Será insensato seguir la actividad de servicio en la obra sin el poder del Espíritu Santo, tratando de cortar los árboles con un mango sin hierro, sin poder. Es necesario reconocer al Dios de la obra y esperar hasta que el poder sea restaurado. El dueño del poder manda diciendo esperad, “hasta que seáis investidos de poder de lo alto.” (Lc 24:49). IV. Perder algo que no era suyo (2Re 6:5c). El siervo al perder el hacha “gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!” El don del Espíritu Santo es, por así decirlo, un préstamo hecho a cada siervo de Cristo, para poder cumplir grandes cosas que glorifiquen a Dios,