764 - Eliseo, estanques de bendición. 2Re 3:17.
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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764 – 2Re 3:17 Eliseo, estanques de bendición. Porque Jehová ha dicho así: No veréis viento, ni veréis lluvia; pero este valle será lleno de agua, y beberéis vosotros, y vuestras bestias y vuestros ganados. Después de la muerte de Acab, el rey de Moab rehusó pagar su tributo de 100. 000 corderos y de 100. 000 carneros, con su lana, a Joram hijo de Acab. Esto llevó a la unión de tres reyes: el rey de Israel, el rey de Judá, y el rey de Edom. Estos declararon la guerra contra Moab (2Re 3:9). Sucedieron varias cosas singulares que pueden estar llenas de significado para nosotros. I. Una gran necesidad. “Les faltó agua para el ejército” (2Re 3:9). El ejército era muy grande en número, y totalmente equipado con armas de guerra, pero se encontraban imposibilitados porque estaban pereciendo a causa de la sed. Una imagen de una Iglesia, totalmente organizada y equipada con todos los medios para la guerra, pero totalmente impotente debido a que la refrigeradora corriente del poder salvador de Dios no está en medio de ellos (Hch 1:8). II. Una indagación urgente. “¿No hay aquí algún profeta de Jehová, para que consultemos a Jehová por medio de él?” (2Re3:11-14). ¡Qué escena: tres reyes suplicando el favor de un hombre que hacía poco había dejado el arado! Si hubiera habido abundancia de agua, habrían actuando con total independencia de Dios o de Eliseo. Fue cuando el hijo pródigo “comenzó a pasar necesidad” que comenzó a pensar en la casa de su padre. (Lc 15:17-19). El fiel varón de Dios, Eliseo, no deja de recordar al rey de Israel su hipocresía al servir a otros dioses en el día de su prosperidad, y buscar luego la ayuda de Jehová cuando los pozos estaban secos (2Re 3:13). Es la vieja historia de la soberbia y pobreza del hombre. El Señor y sus siervos son frecuentemente ignorados, hasta que llega el día de la aflicción. III. Una extraña petición. “Mas ahora traedme un tañedor” (2Re 3:15). El profeta respeta la presencia de Josafat, y se muestra dispuesto a oír lo que Jehová Dios les diga a ellos por medio de él. Su espíritu está quizá algo turbado ante este inesperado giro en la actitud de estos reyes, y sabe que para oír “el silbo suave y apacible” de Dios tiene que haber una perfecta calma de alma en su presencia. El tañedor pudiera ayudarle a aquietarlo para poder conocer la mente del Señor (1Sa 16:23). La música tiene su lugar en el servicio de Dios, pero lo malo en nuestros días es que los oyentes se interesan más en los tañedores que en el mensaje de Dios. De hecho, se ve hoy en día a veces al tañedor suplantando al pastor o predicador. Pero la gran necesidad que tiene el pueblo es de la Palabra de Dios. IV. Un mensaje claro. “Haced en este valle muchas estanques [zanjas]… este valle será lleno de agua” (2Re 3:16-17). Hacer estanques [zanjas] es un trabajo muy humilde; pero cuanto más ahonden tanto más bendición recibirán. Se debe dar lugar al cumplimiento de la promesa de Dios. Es “cosa ligera para Él” enviar corrientes de bendición de una manera inesperada. La excavación de los estanques [zanjas] fue una evidencia de su fe en la Palabra de Dios. Creyeron, y por ello prepararon el camino para las prometidas aguas. ¿Estamos haciendo zanjas en los valles de nuestra experiencia cristiana, donde pueda entrar el río de Dios y quedarse como bendición permanente? Preparad el camino. Dad lugar a Dios. V. Un abundante suministro. “Por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio (…) la tierra se llenó de aguas” (2Re 3:20). Esta labor de fe fue abundantemente recompensada, porque la zanja de cada uno se convirtió en un pozo de agua. La bendición de Dios es la que enriquece. No había excusa para que prosiguieran en un estado de sed paralizadora una vez que Dios les hubiera dado este gran don. No iban a ser tan necios como para rehusar aceptar el don hasta que pudieran comprender su origen, curso y carácter. Era para ellos el río de la vida; estaba cerca, en sus mismas zanjas, y era totalmente suficiente para todos.