750 - Elías, el profeta de fuego. 1Re 18:38-39.
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
Kategorier:
750 – 1Re 18:38-39 Elías, el profeta de fuego. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios! Era ya el tercer año de hambre. Durante todo este tiempo Elías, como portavoz de Dios, no tenía mensaje alguno para la culpable nación. El mismo Jehová estaba hablando por medio de aquellos campos estériles y cielos cerrados, llamando a la confesión y al arrepentimiento. Hay tiempos en que los siervos de Dios tienen que estar callados, dejando a Dios hablar con voz poderosa por alguna señal aplastante. Elías tuvo un largo período de silencio antes de hacer la valerosa y trágica declaración en el Carmel. I. Su disposición a obedecer. Cuando llegó el llamamiento: “Ve, muéstrate a Acab”, “Fue, pues, Elías a mostrarse a Acab” (1Re 18:1-2). Primero le había sido ordenado que se escondiera (1Re 17:3). Ahora debe mostrarse. El hombre que está dispuesto a testificar por Dios, como Elías, y que está dispuesto a esconderse, con certeza que será levantado, sacado y establecido ante el pueblo como uno con autoridad. Presentarse ante Acab era presentarse ante uno que lo estaba buscando ansiosamente para darle muerte (1Re 18:12). Pero los justos están confiados como un león (Pr 28:1). II. Su valor para reprender. Cuando Acab encontró a Elías, parecía como si hubiera encontrado un “hombre perturbador”, y pregunta al profeta: “¿Eres tú el que turbas a Israel?” (1Re 18:17). La réplica del profeta fue directa y afilada como una flecha a su corazón salida de la aljaba del Omnipotente. “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales.” (1Re 18:18). ¿Qué hace un perturbador? Cada rebelde es un perturbador en la Iglesia de Dios. El pecado secreto de Acán trajo turbación a todo el campamento de Israel (Jos 7). ¿No es igual con los “críticos” incrédulos, maestros religiosos que perturban toda la tierra y con sus herejías acarrean condenación? La necesidad de nuestra época es que surjan Elías que vivan en presencia de Dios hagan menos ruido y se manifieste más el poder de Dios, “porque suyos son el poder y la sabiduría” (Dn 2:20). III. Su llamamiento a la decisión. El profeta ordena al rey, y sus 850 falsos profetas son convocados, con la nación, a encontrarse con Elías en el Monte Carmel. (1Re 18:19). La pregunta que vibra para confrontar al pueblo congregado es: “¿Hasta cuando claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?” (1Re 18:21). Elías sabía que “nadie puede servir a dos señores”, y que la indecisión acerca del servicio de Dios era ruinosa. Su decisión por Dios o por Baal debía ser evidenciada por el acto de “seguir”. La vida externa debe testificar los propósitos interiores del corazón. ¿Iglesia a quién sigues: a Dios o a lo terrenal? (Mt 6:24). IV. Su deseo de poner a Dios a prueba. “Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno…, y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña…, y el Dios que responda por medio de fuego, ése sea Dios” (1Re 18:23-24). Como Abraham, el hombre de fe nunca teme arriesgar todo en el honor de Dios (He 11:17). Una “respuesta por medio de fuego” era para ellos una prueba razonable, por cuanto adoraban a Baal, el dios del fuego. De cierto que el gran “dios sol” no le fallaría a tal multitud de falsos profetas. Al mediodía “Elías se burlaba de ellos diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.”(1Re 18:27). Pasó el mediodía, y los profetas de Baal gritaban frenéticamente, y “saltaban cerca del altar” hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero “no hubo ninguna voz, ni quien escuchase ni respondiese”. (1Re 18:29). Los “dos pensamientos” eran el del hombre, y el de Dios. Pero “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, dice Jehová.” (Is 55:8). V. La oración de fe.