748 - Elías y la viuda de Sarepta. 1Re 17:8-9.

748 – 1Re 17:8-9 Elías y la viuda de Sarepta. Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente. Elías tuvo un largo descanso al lado del secreto arroyo, quizá durante doce meses. Esto serviría a la vez como prueba de su fe y de su paciencia. Por fe andamos, no por vista (2Co 5:7). Tenemos que aprender a esperar en Dios si queremos hacer hazañas por Él. Moisés esperó cuarenta años en el desierto de Madián antes que llegara el llamamiento divino. Pero ¿qué hubiera podido él hacer para salvar a Israel antes de esto? El hombre que tuviera que afrontar la prueba del Carmelo tenía que ser un hombre aprobado por Dios. La fe preciosa, como el oro precioso, tiene que pasar a través del fuego purificador (1Pe 1:7). I. El tiempo de este llamamiento. “Se secó el arroyo… Vino luego a él palabra de Jehová” (1Re 17:7-8). Podemos estar perfectamente seguros de esto, que cuando en su providencia Dios cierre una puerta frente a sus siervos, les abrirá otra. Durante la prueba el canal de nuestra comodidad se va reduciendo, y el arroyo va secándose lentamente. Puede que sea el arroyo de la prosperidad material, el arroyo de la confianza en uno mismo. Pero la sequedad del hombre es la oportunidad para Dios. ¿Qué arroyo se secó en tu vida? ¿La oración, el estudio de la palabra, el ministerio, el matrimonio? La disciplina “da fruto apacible de justicia. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.” (He 12:11-13). II. La orden dada. “Levántate, vete a Sarepta” (1Re 17:9). Cuando el arroyo se calló, luego Dios habló. Cuando los montes de nuestra pretendida fuerza se vayan y las colinas de nuestras esperanzas carnales sean quitadas, no se apartará de nosotros la bondad del Señor, ni será quitado de nosotros el pacto de su paz (Is 54:10). Sarepta significa una casa, un horno de fundición, un lugar de ardientes pruebas. Era apropiado que el profeta del fuego pasara por el horno de fuego. “Mas Él [Dios] conoce mi camino; me probará, y saldré como oro.” (Job 23:10; 2Ti 3:12). El viaje de Elías de más de ciento 150Km por un país acosado por el hambre ayudaría para el ejercicio de la fe. Sin arroyo fue para Elías como un bautismo de fuego. El Elías del NT dijo de Cristo que Él nos bautizaría con Espíritu Santo y fuego (Lc 1:17; 3:16). III. La promesa dada. “He dado orden allí a una mujer viuda que te sustente” (1Re 17:9). Quizá el profeta pensó que sería una viuda rica la que debería suplir su necesidad durante el tiempo restante de hambre. En todo caso, el mandamiento de Dios “a los cuervos” no había fallado, y tampoco fallaría su palabra a la viuda. No sabemos cómo el mensaje le llegó a esta pobre viuda, pero es indudable que estaba preparada; puede que fuera por medio de fervientes oraciones, como Cornelio (Hch 10:1-48). “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.” (He 10:23). IV. La prueba de las circunstancias. Elías pidió agua a la viuda y agrega: “Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.”(1Re 17:11). Elías pensaba que era una viuda rica pero ella responde: “Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.” (1Re 17:12). Para la viuda hasta donde su razón alcanzaba solo había “un puñado de harina” entre ella y la muerte. Su situación parecía contradecir la promesa de Dios. Abraham fue igual probado cuando recibió la orden de ofrecer a su hijo Isaac, el hijo de la promesa (Gn 22:2). “Elías le dijo: No tengas temor; ve. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá”