744 - Orando disfrazada. 1Re 14:5

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

744 – 1Re 14:5 Orando disfrazada. Mas Jehová había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo; así y así le responderás, pues cuando ella viniere, vendrá disfrazada. Muchos para buscar de Dios se disfrazan pensando que Él no sabe quiénes son. Dios no acepta una doble vida, exige exclusividad y prioridad. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”(Gá 6:7). El evangelio de Cristo es sencillo el ser humano es el que lo complica. Por lo tanto, cuando somos llenos del Espíritu Santo y de oración más sencillos y semejantes a niños nos volveremos. Las oraciones elocuentes solo pueden ser la arrogancia disfrazada del corazón humano. La mujer de Jeroboam no es la única que ha de disfrazarse para dar a conocer sus peticiones a Dios. La pureza del culto estaba muy baja mientras que el rey Jeroboam hacía sacerdotes al común del pueblo, y consagraba a quien él quería no a los que Dios había llamado (1Re 13:33). “Quiero, estoy dispuesto, la edad, el título” no es la absoluta calificación para el servicio de Dios. El Señor había dado una advertencia en contra de este altar impío (1Re 13:2). Ahora el celoso Dios de Israel visita la iniquidad con juicio. Aprendamos de los que quieren pasarse de listos y engañar a Dios. I. El conocimiento de Dios. Jeroboam no podía ignorar todo lo que Dios había hecho por Israel. Y ¿acaso no le había anunciado el profeta del Señor Ahías que él sería “rey sobre Israel”? (1Re 11:37). Pero la voluntad revelada de Dios había sido echada a un lado. La adoración y el culto a Dios era conforme a sus propios pensamientos y conveniencias, por lo que hizo pecar a Israel (1Re 12:28-33). Es posible tener un conocimiento de la palabra de Dios, pero la vida diaria ser una presuntuosa negación de la verdad divina. “Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.”(Sal 26:2). II. La necesidad de Dios. “Abías hijo de Jeroboam cayó enfermo” (1Re 14:1). Jeroboam estaba muy ansioso por saber “qué ha de ser de este niño” (1Re 14:3). Para el creyente cada dolor y frustración de nuestros seres más cercanos es usado como un aguijón para conducirnos más cerca de nuestro Dios. Pero el impío solo busca a Dios por la necesidad de saber que va a suceder. Igual hizo el rey de Siria diciendo al profeta: Pregunta a Dios si “¿Sanaré de esta enfermedad?” (2Re 8:7-9). III. Un disfraz del carácter. La mujer de Jeroboam obedeció a su esposo, se disfrazó y fue a preguntar al varón de Dios, fingiendo ser otra (1Re 14:2-5). Quizá el rey Jeroboam sabía que el profeta Ahías por su avanzada edad no podía ver, tal vez sufría de catarata, pero tanto el rey como su mujer olvidaron que el omnisciente Dios no está ciego. “Mas Jehová había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo; así y así le responderás, pues cuando ella viniere, vendrá disfrazada.” (1Re 14:5). Hay un fraude piadoso muy común que es disfrazar el propio carácter al hacer peticiones a Dios. Sobre nuestras rodillas pretendemos creer todo lo que el Señor ha dicho, pero en el diario vivir nos disfrazamos, y nos olvidamos de que el Señor nos ha comprado a precio de sangre. (1Co 6:19-20). Y la abundancia del corazón se pasea por las redes sociales (Pr 23:7; Mt 12:34). IV. Un fracaso total. Tan pronto llegó a la puerta del profeta, oyó estas palabras que destruían su disfraz: “Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te finges otra?” (1Re 14:6). El velo de su disfraz quedó desgarrado de arriba abajo, y resplandeció sobre ella la luz de la presencia de Dios. A Saulo se le rompió su disfraz camino de Damasco (Hch 9:6). El fariseo que subió al templo a orar se fingía un hombre justo, pero se volvió como había venido, con su disfraz completo y su alma sin bendición (Lc 18:14). Jeroboam y su mujer estaban deseosos de conocer la voluntad del Señor acerca de su hijo, pero tenían miedo