739 - Salomón y la reina de Sabá. 1Re 10:1

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

739 1Re 10:1 Salomón y la reina de Sabá. Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles. La llegada de la reina de Sabá a indagar, probar, buscar la verdad de la sabiduría de Salomón puede ser un adelanto de aquel tiempo en que reinará uno “Mayor que Salomón”, Jesucristo, y cuando vendrán reyes al resplandor de su amanecer (Is 60:1-3). La sabiduría de Salomón era la sabiduría de Dios, de quien procede todo don bueno y perfecto (1Re 3:12). Habrían muchos más indagadores, buscadores fervientes en todas partes si hubiera más siervos de Dios poseyendo este raro don: “un corazón oyente” (1Re 3:9). La reina de Sabá [del Sur] es mencionada por nuestro Señor y Salvador Jesucristo, como advertencia y ejemplo, para aquellos que oyen el evangelio de “Cristo poder y sabiduría de Dios” (1Co 1:24). Jesucristo dijo: “La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar.” (Mt 12:42). I. Ella oyó. “Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová…” (1Re 10:1). De manera especial se reconoce que esta fama era “por el nombre de Jehová”. En el informe que llegó a oídos de la “reina del Sur” la sabiduría de Salomón dependía del Nombre de Jehová. ¿No es así también con el Evangelio que ha sido traído a nuestros oídos? Hay una identificación entre la sabiduría y poder de Jesucristo, y el nombre, carácter del Dios y Padre Eterno. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1Co 1:18). Dichosos: “Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.” (Mt 13:16). II. Ella buscó. “Vino a probarle con preguntas difíciles” (1Re 10:1). No se lo tomó a la ligera (Mt 22:5). Sintió que esta sabiduría de Salomón, venida del cielo, podría dar luz y ánimo a su mente nublada; y aunque apenas creía todo lo que oía, iba a comprobarlo por sí misma mediante una búsqueda personal. Así que llegó tal como era, “con séquito muy grande”, con camellos y siervos, y “le expuso todo lo que tenía en su corazón” (1Re 10:2). Era una buscadora ferviente y sincera. Ve tú y has lo mismo. Tú has oído la fama salvadora de Jesús. Búscalo y pruébalo contándole todo lo que está en tu corazón. Es Cristo quien te invita: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mt 11:28). III. Ella recibió. “Y Salomón le contestó todas sus preguntas” (1Re 10:3). Sus ojos fueron alumbrados y sus oídos abiertos. Las preguntas difíciles, intelectuales y llenas de tinieblas en su mente, quedaron despejadas por la luz del cielo. La reina de Sabá se apartó de los afanes de Marta, dejando su gobierno y vino a buscar, a recibir, y a conocer la mejor parte como María. (Lc 10:40-42). IV. Ella quedó llena de humildad. “Cuando hubo visto la reina de Sabá toda la sabiduría de Salomón, no quedó en ella más aliento” (1Re 10:4-5 VM). Cuando contrastó la sabiduría de Salomón, su casa, su mesa, sus siervos y su camino con todo lo suyo, todo su orgullo y autoestima se marchitaron y secaron. No quedó más lugar para la jactancia: quedaba excluida por la gracia y sabiduría celestial. Cuando el orgulloso Saulo de Tarso tropezó con el Señor de la Vida, y vio su poder y gloria, dijo: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hch 9:6). Seremos humillados cuando nuestra propia sabiduría y justicia contrasten con la de Cristo. V. Ella confesó. “Y dijo al rey: Verdad es lo que oí… Pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que no se me dijo ni aún la mitad” (1Re 10:6-7). ¿Quién ha dado crédito a nuestro mensaje? (Is 53:1). El Evangelio de Cristo, su sabiduría, poder y gloria, es cierto, lo crea o no el ser humano, y solo tendrán parte de esta sabiduría celestial si la buscan. “Así que, arrepentíos y convertíos,