738 - Pacto de Dios con Salomón. 1Re 9:3.
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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738 – 1Re 9:3 Pacto de Dios con Salomón. Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días. Dios se reveló por primera vez a Salomón en Gabaón (1Re 3:4–5) y lo volvió a hacer, probablemente en Jerusalén. Ahora por segunda vez se revela de nuevo para confirmar la oración que Salomón había hecho en la dedicación del templo y para darle serias advertencias que de no ser consideradas llevarían a Israel a ser objeto de burla por las naciones vecinas. Al igual que a Caín, Salomón fue advertido, sobre el pecado de rebeldía que estaba a la puerta. En el contenido de todos los pactos que se hacían en el antiguo Cercano Oriente, así como en muchos del A.T., se incluía una sección que mencionaba bendiciones y maldiciones. Las bendiciones serán para los fieles al rey, y las maldiciones alcanzarían a los desobedientes. Dios advierte a Salomón e Israel de no caer en la idolatría al igual que lo hizo a través de Moisés en Dt 27–28. I. El templo santificado. Dios se revela a Salomón y le dijo: “Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días.” (1Re 9:3; 2Cr 7:12). Jehová le aseguró que había oído su oración de dedicación y que su presencia estaría en el templo para siempre en un sentido especial. Al vivir en santidad los ojos y corazón de Dios responderían con compasión a sus necesidades. Dios recuerda hoy a su iglesia: “Sed santos, porque yo soy santo.” (1Pe 1:15-16). II. Advertencia si desobedecen (1Re 9:4-9; 2Cr 7:17-21). Jehová también le dio al rey promesas condicionadas y serias advertencias. Dios exige: A1. Fidelidad a Salomón. “Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos” (1Re 9:4). Si él anduviera delante de Dios manifestando las actitudes y acciones que expresaran su obediencia a la palabra del Señor, entonces contaría con una línea eterna de descendientes que siempre regirían sobre Israel. Entonces Dios promete: “yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel.” (1Re 9:5). A2. No volverse a la idolatría. “Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis” (1Re 9:6). Mas si Salomón, o sus descendientes, no seguía al Señor fielmente, y servían y adoraban a dioses ajenos, entonces Dios haría dos cosas: Cortaría a Israel de la tierra y su presencia abandonaría el templo: “yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos” (1Re 9:7). La manifestación de la presencia de Dios requiere una vida de santidad, dando prioridad a Dios en todo. Dios exige a la iglesia: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Ef 4:22-24). III. Burlados por ser idolatras. “y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.”(1Re 9:8-9;