734 - Salomón, ungido como rey. 1Re 1:39

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

734 – 1Re 1:39 Salomón, ungido como rey. Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón! El primer libro de Reyes comienza con un reino unido, glorioso y centrado en Dios. Termina con un reino dividido, degradado e idólatra. La razón de la caída de Israel nos parece simple: no obedecieron a Dios. Israel estaba al final de los años dorados del reinado de David que tenía unos setenta años de edad llegando al final de sus días con la tormentosa vida de su familia. El atractivo Absalón había sido repentinamente cortado en medio de su vanagloriosa carrera. Ahora el apuesto Adonías usurpa el trono de su padre David (1Re 1:5). Como muchos otros hijos hermosos, evidentemente había sido medio echado a perder porque su padre David nunca los disciplinó (1Re 1:6). “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” (Pr 29:15). Salomón es ungido como rey de Israel en medio de esta tempestad levantada por el rebelde de su medio hermano Adonías quien tenía un hermoso nombre, “Mi Señor es Jehová”, pero tenía el corazón repleto de una soberbia que mataba toda gracia. 1. Adonías, el rebelde ensalzado. Adonías dijo: “Yo reinaré. Y se hizo de carros y de gente de a caballo, y de cincuenta hombres que corriesen delante de él.” (1Re 1:5). Adonías se enalteció y se rodeó de gente sobornada con un banquete (1Re 1:9), pero sería humillado “porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (Lc 18:14). La mentira de Satanás: “Seréis como Dios” (Gn 3:5), es siempre un cebo tentador para el corazón soberbio. “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.” (Pr 16:18). Adonías ignoró a Salomón en la invitación al gran banquete del soborno pero el rechazado, menospreciado era el escogido por Dios para ser rey. 2. Salomón, la voluntad de Dios (1Re 1:11-27). Dios usó al profeta Natán para aplastar la revuelta de Adonías quien conocía la voluntad de Dios y que había dicho a David: “He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días.” (2Sa 7:12; 1Cr 22:9). Natán actuó con rapidez, haciendo que Betsabé acudiera primero a David para informarle de lo que estaba sucediendo y dice a David: “Señor mío, tú juraste a tu sierva por Jehová tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono. Y he aquí ahora Adonías reina, y tú, mi señor rey, hasta ahora no lo sabes.” (1Re 1:17-18). David decide ungir a su hijo Salomón rey de Israel diciendo: “Vive Jehová, que ha redimido mi alma de toda angustia, que como yo te he jurado por Jehová Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.” (1Re 1:29-30). 3. Salomón, ungido rey de Israel (1Re 1:31-40). El profeta Natán y el sacerdote Sadoc siguieron las instrucciones de David para ungir a Salomón rey de Israel: “Y tomando el sacerdote Sadoc el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón; y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón. Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos. “(1Re 1:39-40). Mientras Adonías se ensalzaba a sí mismo, Salomón, el menospreciado y rechazado, estaba siendo ensalzado y ungido rey de Israel (1Re 1:45). Hay otro Rey, Jesucristo, suyo es el derecho de reinar, y a quien Dios ha exaltado como Señor sobre todas las cosas, bendito para siempre. Los que, en la soberbia de su auto confianza, se exaltan contra el Cristo de Dios, se despertarán de cierto al final para descubrirse rebeldes y mentirosos, engañados y derrotados en el juicio ante el gran trono blanco (Ap 20:11-15).