733 - La elección de David. 2Sa 24:14
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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733 – 2Sa 24:14 La elección de David. Entonces David dijo a Gad: En grande angustia estoy; caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres. David al reconocer que había pecado de nuevo contra Dios elige caer en las misericordias de Dios que son nuevas cada mañana. Al efectuar el censo del pueblo, David estaba buscando ciegamente a tientas la mano de la fuerza humana, el brazo de carne, cuando tocó la mano divina del juicio, el brazo de Jehová de los ejércitos. “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.” (Jer 17:5). I. Una sutil tentación. “E incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá” (2Sa 24:1). Esta tentación tuvo lugar por medio de Satanás, porque el autor de Crónicas nos dice que “Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel” (1Cr 21:1). Dios no tienta a nadie “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie” (Stg 1:13). Fue para daño de Israel que se dependiera de su número y fuerza. Es siempre una sutil treta de Satanás llevarnos a confiar en nuestra propia fuerza, porque sabe muy bien que si lo hace, logrará levantarse contra nosotros (Ef 6:11). “No con la fuerza [números], ni con el poder [la influencia humana], sino solo con mi Espíritu, dice Jehová de los ejércitos” (Zc 4:6). Podemos con seguridad “contar nuestras bendiciones”, y contar con sus promesas, pero contar con nuestra propia sabiduría y fuerza es apoyarnos en una caña cascada. II. Una plena confesión. “Después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto” (2Sa 24:10). El excelente informe de Joab de que en el reino unido de David había un millón trescientos mil valientes que sacaban espada (2Sa 24:9) no le dio ningún alivio al corazón del rey, muy consciente de su pecado. ¿De qué servía todo esto, si Dios no estaba con él? Todas nuestras virtudes y capacidades intelectuales naturales, por grandes que sean, o por muy ricas y variadas que sean todas nuestras experiencias, de nada sirven en la obra de Dios si está ausente el poder del Espíritu. Quizás muchos de nuestros fracasos en el pasado sean por contar con nuestras capacidades ignorando al Espíritu Santo. Contamos nuestras organizaciones, nuestras reuniones, nuestra gente y nuestro dinero, pero digamos, ¿cuánto contamos con el poder de Dios? La iglesia de hoy tiene mucho dinero, plata y oro, pero escasea en el poder que tenía Pedro cuando dijo al cojo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” (Hch 3:6). ¿No nos convendría orar con David, “Oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente”? ¿Por qué? “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.”(1Jn 1:9-10). III. Una terrible oferta. “Así ha dicho Jehová: Tres cosas te ofrezco: Tú escogerás una de ellas” (2Sa 24:12-13). Las tres cosas eran todas ellas igualmente terribles, aunque su duración era muy diferente. “Siete años de hambre”, “tres meses” de huir delante del enemigo, “tres días” de pestilencia. Ceder ante el tentador ha llevado a David a una dolorosa elección. La paga del pecado es muerte, tanto para el creyente como para el impío (Ro 6:23). Es posible que debían caer los tres juicios debido al pecado de David, pero Dios, que “se deleita en misericordia”, le dio a escoger uno. Los tres juicios son de lo más sugestivos de los frutos de la desobediencia y de la deshonra a Dios. Hambre del alma, defecto del alma, y enfermedad del alma. Dios no nos promete darnos una elección de cómo va a disciplinarnos