725 - David trae el arca a Jerusalén. 2Sa 6:12

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

725 – 2Sa 6:12 David trae el arca a Jerusalén. Fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-edom y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-edom a la ciudad de David. El arca era el símbolo de la presencia del Dios invisible entre ellos, y un tipo de Jesucristo, Dios manifestado en carne, pero Israel la había perdido (1Sa 4:1-22). El pecado y la iniquidad siempre harán separación entre vosotros y vuestro Dios (Is 59:2). La misma presencia que fue gozo y consolación del pueblo del Señor fue un terror para los impíos (1Sa 5:8). Separados de Dios podemos escribir “Icabod: sin presencia de Dios” sobre todo lo que hagamos (1Sa 4:21; Jn 15:4-5). En 1Sa 6 conseguimos creyentes con diferentes posturas acerca del Arca, recordándonos actitudes que algunos adoptan con relación a Cristo y su palabra. I. Creyentes formalistas celosos. “Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo” (2Sa 6:3). Estos fabricantes de carros nuevos siguen entre nosotros. Exhiben santidad en sus acciones, pero desean más poner su religión en carros, modas, adornos nuevos que llevarla personalmente, mucho adorno y poca Biblia. El Arca tenía varas, pero no ruedas (Éx 25:14-15). La presencia de Cristo no puede ser llevada mecánicamente. Podemos inventar nuevas estrategias, actividades, adornos y poner la fe en ello, pero si no está en el corazón la “carga de Jehová” la causa de Cristo no progresará a través de nosotros (Jn 15:5). II. Creyentes auto confiado. “Uzá extendió su mano al arca de Dios, y la sostuvo… y lo hirió Dios allí por aquella temeridad” (2Sa 6:6-7). La familiaridad con las cosas santas, sin corazón para apreciarlas, lleva a la presunción (Lv 10:1-3). Es posible perecer en el lugar del privilegio por extender la mano en lugar del corazón (Ro 10:3). Hay muchos como Uzá, que quisieran defender la fe, pero demuestran con sus acciones que no tienen fe. Quisieran salvar la Biblia de caída, y ellos mismos caen y mueren no salvos. III. Creyentes temerosos. “Temiendo David a Jehová aquel día, dijo: ¿Cómo ha de venir a mí el arca de Jehová?” (2Sa 6:9). David anhelaba tener el arca, como muchos lo están de poseer la salvación, pero la santidad y el poder asociados con ella, y un sentimiento de su propia indignidad, le hacen temer. ¿Cómo va a venir a mí este Santo y Heridor del pecado? ¿Cómo podré jamás vivir en comunión con esta pureza y este poder?¿Quién podrá estar delante de Jehová el Dios santo? (1Sa 6:20). Los justificados por la fe, reconciliados con Dios por medio de Jesucristo, “tenemos entrada por la fe a esta gracia” (Ro 5:1-2). IV. Creyentes de corazón humilde. “La hizo llevar David a casa de Obed-edom geteo… y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa” (2Sa 6:10-11). El nombre de Obed-edom aparece entre los porteros (1Cr 15:18), con su ocupación humilde, recibió gozoso el arca, porque aquel día vino la salvación a su casa como a Zaqueo en Lc 19:5-6. David tenía temor de llevar el arca a su casa, pero aparentemente pensó que no causaría daños en la humilde casa del portero. El Arca dice a los creyentes: Si alguno “abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Ap 3:20). Muchos temen dejar entrar a Cristo, el Arca de Dios, en la morada de su corazón, por si alguna otra cosa, adornos, ídolos deben ser echados fuera (Mt 21:12). V. Creyentes que dan testimonio. “Llevaban el arca de Dios” (2Sa 6:13). No inventaron otro “carro nuevo” con elaboradas decoraciones, para ayudarla en su progreso, ni pagaron a otros para que la llevaran por ellos. Ah, ah finalmente aprendieron que la presencia de Dios no es mecánica ni para llevar en carros, cosas, adornos sino personalmente como lo ha mandado Dios: “Y los hijos de los levitas trajeron el arca de Dios puesta sobre sus hombros en las barras, como lo había mandado Moisés, conforme a la palabra de Jehová” (1Cr 15:15). Cristo, como el arca, tiene que ser llevado según su palabra