724 - David, coronado rey de Israel. 2Sa 5:3

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

724 – 2Sa 5:3 David, coronado rey de Israel. Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel al rey en Hebrón, y el rey David hizo pacto con ellos en Hebrón delante de Jehová; y ungieron a David por rey sobre Israel. Fue un día de celebración en Israel cuando todas las tribus se reunieron en Hebrón para proclamar a David rey sobre un pueblo unido. El hombre que había sido ungido con el sagrado aceite (el Espíritu) (1Sa 16:13), y que vive por la fe en Dios, tendrá una senda que va iluminándose más y más con la luz de su favor. Aquí se nos recuerda el tiempo en que todas las tribus de la tierra confesarán a Jesucristo como Rey, y lo coronarán de todo el Señor. La entrega del reino a David, como la entrega de los reinos del mundo a nuestro Dios y a su Cristo, fue “conforme a la palabra de Jehová” (1Cr 12:23). En el milenio Jesucristo reinará y pastoreará en toda la tierra y David volverá a recibir el gobierno de Israel: “Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra.” (Ez 37:24-25). I. La confesión. Vinieron a David, como nosotros podemos venir a Cristo, haciendo confesión de: 1. Parentesco. “Henos aquí, hueso tuyo y carne tuya somos” (2Sa 5:1). Tener una relación de “carne y hueso” con un rey es desde luego un gran privilegio, y una firme base para poder presentar una petición. Y ésta es la honrosa posición de cada creyente cristiano. “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos” (Ef 5:30). Es lo que el primer Adán dijo de Eva: que es tipo de la Iglesia: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn 2:23). Esta unión con Él nos lleva como miembros a una vital relación que siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. (Ro 12:5). 2. Fracaso. “Aun antes de ahora, cuando Saúl reinaba sobre nosotros…” (2Sa 5:2). Los ancianos de Israel confesaron su error. En el pasado teníamos a un conductor indigno sobre nosotros, que quebrantó el mandamiento del Señor, y que trató de destruir la influencia de su ungido, buscando llevarnos a enfrentarnos contra los propósitos de Dios. ¡Qué tipo más claro del príncipe de este mundo, y del terrible conductor de todos los que han sido cegadas por él! Baste el tiempo pasado para la voluntad de la carne y las obras del diablo. 3. Gracia. “Eras tú quien sacabas a Israel… y lo volvías a traer” (2Sa 5:2). Ésta es una confesión de la sabiduría y bondad de la obra de David en medio de ellos. David, como el Señor Jesucristo, trató con ellos como resume el salmista: “conforme a la integridad de su corazón, con la pericia de sus manos” (Sal 78:72). Es maravilloso, al mirar al pasado y ver tanto de la sabiduría y gracia de nuestro Señor ahí. Lo que entonces pensábamos se oponía a nuestros más elevados intereses lo podemos seguir ahora a la destreza de sus manos. 4. Fe. “Jehová te ha dicho: Tú apacentarás a mi pueblo.” Con estas palabras los ancianos hacen confesión de su fe en David como el designado por Jehová para conducirlos y apacentarlos como pastor. Aquel que ha sido designado por Dios no será fácilmente echado. ¿No ha sido Cristo, el Pastor de nuestras almas, designado por el Padre para apacentar a sus ovejas? ¿Y no reconoceremos nosotros, como hicieron estos ancianos con David, como nuestro Rey a Aquel que prepara mesa para nosotros en el desierto, y que es Él mismo el “Pan de Vida”? (Jn 6:35). 5. Entrega. “Tú serás príncipe sobre Israel” (2Sa 5:2). Expresaron sumisión a su palabra y voluntad. Tú reinarás sobre nosotros, y estaremos dispuestos para cumplir todos los propósitos de tu corazón. ¿Estamos preparados para presentarnos como instrumentos de justicia delante de Aquel que es nuestro Redentor y Rey? ¿Podemos orar de verdad: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en nosotros”? (Lc 11:2). II. El Pacto. “El rey David hizo pacto con ellos en Hebrón” (2Sa 5:3). Esta oferta fue aceptada, y se formó un vínculo