718 - Saúl, enemigo de David. 1Sa 18:28-29
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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718 – 1Sa 18:28-29 Saúl, enemigo de David. Pero Saúl, viendo y considerando que Jehová estaba con David, y que su hija Mical lo amaba, tuvo más temor de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días. Los que son de la carne no pueden agradar a Dios. ¿Quién hubiera podido pensar que la hermosa y sencilla vida de Saúl quedaría tan pronto transformada y degradada en una carrera puramente egoísta y de deshonra para Dios. Saúl comenzó en el Espíritu y acabó en la carne. Como sucede con cada otro caso de recaída, tuvo su fuente en apartarse de la voluntad revelada de Dios (1Sa 15:11-26). ¿Eres amigo de Dios o su enemigo? Cuando hacemos la voluntad de Dios agradamos el corazón de Dios y somos considerados sus amigos. “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Jn 15:14). Saúl se transforma ahora en enemigo declarado de David, el ungido de Jehová, por lo cual pasó a ser: 1. Un pecador en contra de su propia familia. La primera de su repulsiva obra de la carne fue para con Mical, su propia hija, que amaba a David. Planea con diligencia la unión de ellos en matrimonio, con la esperanza de que ella pudiera enviudar pronto (1Sa18:20-21). El gran corazón de Jonatán fue herido varias veces, porque él también amaba a David, ante la conducta desalmada y cobarde de su padre quien le juró hipócritamente que no mataría a David. (1Sa 19:1-6). Cuando cualquier padre adopta una actitud de oposición a Jesucristo, que es el ungido del Señor, está siempre enfrentándose a los mejores intereses de su propia casa. Porque: “El que turba su casa heredará viento” (Pr 11:29). 2. Un pecador en contra del testimonio del Espíritu Santo. Saúl oye que David estaba en Naiot (1Sa 19:19-24), y envía tres grupos de mensajeros para prenderle, pero al entrar en la santa atmósfera de los profetas quedan influenciados por el Espíritu, y comienzan a profetizar. Luego fue el mismo Saúl, “y también vino sobre él el Espíritu de Dios”. Saúl como ningún otro creyente tuvo evidencia de que el Espíritu de Dios se oponía a sus obras de la carne. Dios le da otra oportunidad pero con esta última manifestación del Espíritu de profecía no deja su pecado. “no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Ef 4:30-32). 3. Un pecador contra los siervos de Dios. Saúl ordenó que quitaran la vida a los sacerdotes del Señor, “porque también la mano de ellos está con David” (1Sa 22:17-18). Saúl, al no reconocer y dar a David el puesto que Dios le había designado, se convierte en enemigo de todos los que lo favorecen. Igualmente algunos en el pueblo de Dios por la envidia no cumplen: “Gozaos con los que se gozan” (Ro 12:15). Creyentes es con vosotros, “cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.” (Mt 18:6). Descansa en Dios “porque el que os toca, toca a la niña de su ojo.” (Zc 2:8). La sangre de los santos nunca se derrama en vano; la causa por la que es derramada de cierto prosperará. 4. Un pecador en contra de los mejores intereses de la nación. Saúl estaba ocupado persiguiendo a David, y el enemigo entró como un diluvio: “los filisteos [hicieron] una irrupción en el país” (1Sa 23:27-28). La voluntad del Señor era bendecir a la nación de Israel por medio de David, a quien Él había escogido. ¿Es acaso diferente en la actualidad? Dios envió a su Hijo para bendecir de manera individual y colectiva a toda nación, pero la soberbia y la terquedad hace a un lado al único mediador, a Jesucristo (1Ti 2:5). 5. Un pecador contra su propia conciencia. Cuando David mostró misericordia de Dios a su enemigo mortal, Saúl lloró, y le dijo: “Más justo eres tú