715 - David, llamado por Dios. 1Sa 16:13

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

715 – 1Sa 16:13 David, llamado por Dios. Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Dios llama a instrumentos que siempre están consagrados y ocupados trabajando. Cuando David fue llamado ya era conforme al corazón de Dios (1Sa 13:14), y estaba trabajando cuidando las ovejas de su padre mientras sus siete hermanos mayores que él estaban pastoreándose a si mismos en la casa. Dios una vez más escoge al menor, al débil para los ojos de los hombres. “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.” (1Co 1:25). 1. El llamado. “Me he provisto de rey” (1Sa 16:1). Le fue prohibido a Samuel que prolongara su duelo por Saúl. La voluntad del Señor debería ser más preciosa que la prosperidad de nuestros amigos. David estaba siendo preparado para el trono de Israel mediante su fiel pastoreo y defensa de las ovejas de su padre (1Sa 17:34-36). Dios puede escoger las cosas necias de este mundo, pero nunca escoge las holgazanas. No es a la promoción a lo que debemos aspirar, sino a la fidelidad a Dios. La comunión personal con Él, y la devoción a su voluntad y obra, es la vía al éxito y a la recompensa. No temas que tus dones y capacidades sean ignoradas porque te muevas en una esfera oscura de la vida; el Señor conoce dónde se encuentra el instrumento idóneo para la obra especial que se necesite hacer. Haz de ti una saeta pulida, y lo seguro será que Dios te esconda en su aljaba y luego te lance a dar en el blanco (Sal 127:4). 2. La comisión. “Dijo Jehová a Samuel: … Llena tu cuerno de aceite, y ven” (1Sa 16:1). Por cuanto David, el hijo de Isaí, había venido a ser su escogido, también escoge Él el medio por el que se llevará a cabo este propósito. Las providencias de Dios jamás contradecirán sus propósitos, “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil 1:6). El aceite de la unción para ungir a David pasa al cuerno de Samuel por orden de Dios, y no será puesto allí en vano. Como tampoco es en vano cuando el Espíritu Santo llena el corazón de cualquier siervo de Dios llamado al ministerio. “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza” (1Ti 1:1). 3. La autoridad. Samuel fue, como debería ir todo embajador de Cristo, en Nombre de Dios, con el mensaje de Dios, llevando con ellos el santo poder de la unción. ¿Acaso debemos asombrarnos de que “los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?” (1Sa 16:4). Tenían temor porque Samuel tuvo que hacer el trabajo que no hizo Saúl, cortar en pedazos al enemigo de Dios (1Sa 15:33). El verdadero varón de Dios siempre usará la espada con la autoridad de Dios. 4. La búsqueda. Samuel dijo a Isaí: “¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.” (1Sa 16:11). Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel. Pero no se puede engañar al Señor con apariencias ni con la estatura. Es con el corazón que cree el hombre, y es por ello que “Jehová mira al corazón” (1Sa 16:7). “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” (Pr 23:7). Isaí olvidó a David porque era el menor de ellos, fue el último en quien pensaron; pero los últimos serán los primeros. “Porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba” (2Co 10:18). El que se humilló a Sí mismo fue exaltado “por encima de todo”. El humillarse para el mundo es señal de debilidad pero para Dios es la manera de subir por la escalera a las alturas de su habitación y santidad (Is 57:15). Para el mundo las apariencias externas tienen gran peso; pero en la balanza de Dios el peso se inclina a favor de los de corazón humilde y contrito.