714 - Saúl, el desechado. 1Sa 15:26
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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714 – 1Sa 15:26 Saúl, el desechado. Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel. Saúl había desobedecido a Dios y Samuel se lo advirtió: “Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que Él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.” (1Sa 13:13). Saúl va a tener otra oportunidad para ser fiel a Dios. El Señor quiere que su altar arda, pero los sacrificios deben ser sin tacha. Dios no deseaba apartar su favor, su gracia de Saúl y Samuel le dice: “Ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová” (1Sa 15:1). Pero Saúl volverá a actuar de acuerdo a su voluntad y no la de Dios. Al tratar de servir a Dios con nuestra propia voluntad, mientras que rechazamos la de Él, estamos por así decirlo ofreciendo carne de cerdo sobre Su altar. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”(Ro 12:1-2). 1. Mandamiento claro. “Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene” (1Sa 15:3). Las órdenes de Dios eran claras y precisas. Amalec, como Jericó, debía ser totalmente destruidos (Jos 6:17). Ni sus sentimientos ni su razón deben interponerse en el camino del cumplimiento del propósito divino. El medidor del amor y obediencia a Dios es este: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.” (Jn 14:15). 2. Desobediencia. “Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas… y de todo lo bueno” (1Sa 15:9). El mandamiento era no dejar nada, pero dejaron. Permitió que su ojo gobernara sus acciones, por lo que no caminó por la fe, sino por vista (2Co 5:7). Los instintos naturales, como experto en ganado, pasaron por encima del mandato de la Palabra de Dios. Por ello, perdonaron lo mejor, y destruyeron todo lo vil y lo despreciable. Es fácil dedicar a Dios aquello que nosotros no queremos, que sobra. ¿Acaso Dios se complacerá con lo vil y con lo despreciable mientras nosotros nos guardamos lo mejor para nuestros propósitos? La obediencia a la palabra del Señor, será evidencia de nuestra fidelidad a Él. “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (Jn 14:23). 3. Justificación propia. Éste es un episodio muy triste y deprimente en la vida de Saúl. Tomémoslo como un toque de trompeta en advertencia para no engañarnos a nosotros mismos. El Señor le dijo a Samuel: “Saúl… no ha cumplido mis palabras” (1Sa 15:11). Y cuando Samuel se encuentra con Saúl, después que él hubiera estado ocupado levantando un monumento, su estatua de victoria (1Sa 15:12), le dijo todo auto complacido: “Yo he cumplido la palabra de Jehová” (1Sa 15:12-13). Al mismo tiempo el balido de las ovejas y el mugido de las vacas que había guardado como botín eran una solemne burla delante de Dios. Como el canto del gallo para Pedro [qui qui ri qui mentiroso] (Mt 26:74), debían haber servido para recordarle a Saúl su pecado las ovejas diciendo [beee mentiroso]. Pero esto no era todo. Cuando Samuel lo acusó de no haber prestado oído a la voz de Jehová, le respondió: “Antes bien he obedecido la voz de Jehová” (1Sa 15:20). Es muy vergonzoso insistir estar bien con Dios cuando Él ha demostrado que hemos “vuelto atrás”, entonces las ovejas de la congregación te dirán: beee mentiroso(a). “No os engañéis; Dios no puede ser burlado.” (Gá 6:7). Los ojos del Señor están sobre nosotros, como lo estaban sobre Saúl, observando si somos fieles a Él y a su Palabra (Sal 101:6). Toda desobediencia es un acto de rebelión contra Dios. IV. Confesión. Samuel tenía que ser fiel con Saúl y le dice: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios”,